Cerrado por vacaciones

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11.12.2011

Desde hace varios días tengo la sensación de no querer seguir escribiendo más en el blog. De no seguir inventando historias, y de no seguir plasmando algunos de mis sentimientos más visibles aquí. Alejarme de todo este mundillo que tantas alegrías y penas me ha dado en todo este tiempo. Y es que, mi inspiración tiene un límite. Tengo la sensación de que todas las cosas que quise decir, ya están dichas; y no quedan más por decir. Y es que siempre pensaba que lo que tenía que decir, o pensar, era infinito. Y por eso nunca me aterró la idea de dejar de publicar aquí. Pero últimamente siento que no tengo ganas de decir más nada. Dejar que todo siga su curso y que las palabras se formen solas en el aire, y no en papel.
Cada día entro a blogger, y miro las entradas nuevas que vais publicando día a día. Y sigo mirándolas esperando que alguien mencione algo que me haga estremecer en este sillón; y que me empuje a salir a la calle con una sonrisa. Pero las mismas palabras que pueden causarme esa sensación de vuelo, pueden propiciar también una situación de angustia, y decepción. Entonces, ¿qué?

La Reina de Cristal (1.era parte)

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11.10.2011



La historia que voy a contar trata, como no, de unos enamorados. No será la típica historia fácil, por supuesto que no, ¿qué emoción tendría? Como en el amor, la historia es de lo más complicada, y rozará la locura. Una locura que llega a estar enferma, y a ser centro. Centro del ser. Ser tan centro que abarca extremos. Procedo, sin más, a narrárosla tal y como salió de mí.




Un naufragio. Océano Ártico. Lo que era llamado barco se encuentra totalmente desquebrajado, y sus tripulantes, miembros de la alta nobleza acompañados de sus correspondientes súbditos buscan el que sería su antídoto al veneno, algún apoyo. Nada podría haberse hecho aunque kilos de ese antídoto hubieran aflorado a superficie, pues las gélidas aguas de aquel lugar pronto causarían letales hipotermias causando la tan suplicada por algunos muerte. Decenas desearon no realizar travesía; pero todos ellos quedaron enmudecidos ante las peticiones de una dama. La Reina. Amante del frío, enamorada del océano. Ansiosa de surcar el mundo en busca de los rincones que aparecen en sueños y dudamos de su existencia. Y es esta, debido quizás a su interés por esta belleza hecha agua, la que tuvo un destino un tanto distinto al del resto de la tripulación. Fue a parar a la zona más profunda y a la vez más iluminada por aquellos rayos que se filtraban anhelando tocar tierra. Rayos que iluminaban aquella parte desde hacía siglos, pareciendo esperar que aquella figura se perpetuase allí. Y fue cuando esta dama alcanzó lo más profundo, deteniendo así su marcha y ya sus latidos bombeando en menor velocidad, aunque nunca llegando a dejar el latir, que comenzó un proceso distinto al de todos los cadáveres que se encontraban en aquel momento compartiendo dolor. Y es que, la dama, comenzó a solidificarse. Todo su cuerpo se heló en cuestión de segundos, haciendo parecer obra de maldito hechizo. Y en cuestión de éstos ya tenía sus brazos duros, junto a sus mejillas y todo su cuerpo. Reflejando sobre su superficie a los cientos de muertos, quedó nombrada, por fantasiosos conocedores de la historia, como La Reina de Cristal.