¿Por qué?

1.25.2011


Despiertas. Estás en una cápsula, encerrado. Preso por alguien que te secuestró para su enfermizo juego. Estás desorientado. Intentas recordar lo ultimo que pasó antes de quedar inconsciente... nada. Simplemente estás aquí.
Observas el interior de la cápsula. Tan solo hay un sillón, una pequeña mesa, bastante vieja por cierto, y muchos papeles esparcidos por el suelo. No entiendes nada. En un lateral de la cápsula se encuentra un Portillo, tu único medio de visión al exterior. Te acercas tembloroso a contemplar la imagen de lo que se halla fuera... Oscuridad. Estás bajo el agua.

Las horas pasan lento. Los minutos se antojan eternos, y los segundos se creen milenios. Sumergido en tu propia cápsula bajo el mar, observas por el único Portillo la poca visibilidad que te ofrece:  la oscuridad. Tus ojos no captan más que la inmensa negrura que se dispone frente a ti, bordeando tus costados.  Desesperado, vuelves a echar una ojeada al interior. Nada nuevo. Muchos papeles y decenas de libros. Te sientas en el roído sillón verde que se sitúa frente a ti y tomas su asiento. En la mesita junto a éste, hay un viejo libro, abierto. Lo coges con tus propias manos, no tiene mucho polvo en sus hojas. Los pie de página no están señalizados con ningún número. “Quizás se trate de un cuaderno”. En esa sección no hay nada escrito, por lo que echas un vistazo a hojas anteriores.
Hay algo escrito. Páginas y más páginas narran la historia de un hombre, al igual que tú, encerrado en una cápsula bajo el mar. Sin salida y sin comida, tan solo podría esperar a su muerte. 

 ¿Por qué? ¿Por qué me hallo aquí? ¿Qué pecado he cometido para merecer semejante castigo? Desperté aquí solo, con varios cuadernos vacíos y un solo bolígrafo en el cajón de la mesa. No puedo hacer más que rellenar esto con mis propios textos. ¿Por qué? ¿Por qué a mí..?

Dejas de leer ese diario tan desmoralizante y tus ojos se clavan en la firma del texto. Está firmado con tu propio nombre. Con tu propia letra. Ya has estado en esa cápsula, y ya sabes porque estás aquí de nuevo. Exteriormente aparentas estar bien, pero interiormente estás como ese hombre en esa cápsula.  Porque... no, no es una cápsula ni estás bajo el mar. Estás en tu interior, en tu pensamiento. La soledad se asemeja a una cápsula bajo el mar. Reducida, imposible de abrir y fría. Tan solo las personas que realmente te llenan y te hacen feliz son capaces de liberarte de esa cápsula y llevarte lejos de ahí. ¿Acaso pensabas que por ti mismo serías capaz de liberarte?

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