Cuando tú duermes, yo estoy allí. Mirándote. Junto a tu cama, en los pies, de pie. Tú intentas conciliar el sueño, evadiéndote de tus pensamientos más profundos. Das vueltas en la cama durante horas, siempre de izquierda a derecha, buscando la postura perfecta. No la postura perfecta para tu comodidad, sino la postura perfecta para olvidar. Dificilmente la encuentras, pero siempre acabas encontrándola. Y yo, en vez de dormir, te observo. Ansío poder tumbarme junto a ti en esta noche. Abrazarte, y juntos olvidar. Pero no estoy allí.
Cuando tú duermes, yo estoy aquí. Tumbado. En aquella solitaria habitación, tumbado. Intento conciliar el sueño, evadiéndome de mis pensamientos más íntimos. Doy vueltas durante eónes, siempre de derecha a izquierda, buscando la postura perfecta. No la postura perfecta para mi comodidad, sino la postura perfecta para olvidar. Y nunca la encuentro. Muchas noches sin dormir. Y tú, en vez de dormir, piensas. Te encuentras como yo. Quizás no de la misma manera, pero sí jodida. Anhelo tu olor, y tus abrazos repentinos, y tus miradas, a pesar de no poder contemplar éstas más de un segundo, por vergüenza. Eres aire, pero no estás aquí.
Cuando nosotros dormimos, el Mundo sigue ahí. Nunca para. Siempre sigue hacia delante. Con sus millones de personas, y sus millones de sentimientos. Sus millones de átomos y moléculas que forman la vida. Millones de animales continúan cazando; millones de niños continúan naciendo; y millones de ancianos y no tan ancianos continúan muriendo en esta espiral de la vida. El Mundo continúa girando para todos. Pero, ¿y para nosotros?
Cuando nosotros sentimos, el Mundo se para. Se para para nosotros. Para que podamos olvidar que todo continúa girando tras nosotros. Para que podamos saber, que estamos en otro Mundo. Cuando juntamos nuestras mandos, la vida se detiene. Mi vida se detiene. Palabras bloqueadas, ritmos arrítmicos en mi pecho, y tinta por mis venas. Para escribir los millones de textos que escribiría en ese momento. Todos para ti. ♥
Cuando nosotros recibimos un mensaje, explotamos.
Cuando nosotros vemos una foto del otro, explotamos.
Cuando nosotros escuchamos su nombre, explotamos.
Cuando nosotros pensamos, explotamos.
Cuando nosotros no pensamos, explotamos.
Cuando explotemos, estaremos juntos.
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