Escribo esto cansado. Muerto de sueño, esperandote.. pero lo escribo. Necesito escribir algo hoy, y ¿qué mejor que algo así?
Ha sido una noche muy larga, pero que se ha pasado corta. Una noche llena de momentos, gracias.. y peleas. Una noche interesante. Unos se pelearon, otros se conocieron, algunos desfasaron, y otros, como yo, vivimos la noche de otra manera distinta a todas aquellas personas. Porque para nosotros no era una fiesta, era un encuentro.
Tú permanecías allí. De pie. Frágil como un cristal precioso a punto de estallar en mil pedazos; y fuerte y duro como el mejor de los diamantes. Cada mirada tuya, desboca a los miles de caballos de la inspiración que se encuentran en mi interior... y cada palabra tuya provoca parálisis.
Y luego, más tarde, cuando todo acabó, escuchar de nuevo tu voz... cansada.. no creo que sea capaz de olvidar esa sensación de nuevo.
Y no sé por qué, pero nunca soy capaz de acabar uno de tus textos, como este. Simplemente necesitaba escribir algunas cosas... y habría escrito tanto que habría sido capaz de desgastar cada una de las letras de este negro teclado, pero no puedo. Algo me priva de escribir lo que quiero. Hmm..
"City of Dreams"
Soñado por M a las 2:46 0 comentarios3.20.2011
Camina deprisa, casi corriendo. El cielo se encuentra cubierto de unas negras nubes que, días antes en los telediarios, anunciaron que vendrían cargadas de litros y litros de agua. Camina deprisa, porque sabe que si no llegará tarde a la cita. Había quedado con ella por última vez, antes de que tuviera que marcharse para siempre de la ciudad. Él ya le había pedido la mano días atrás, en su último encuentro.. y ella le había rechazasdo, pero quería verla una última vez, llevarse otra buena imagen de ella. El cielo está oscuro...
Habían quedado en el viejo puente construido con grandes piedras oscuras. La humedad del lugar hacía que aquellas piedras aparecieran resbaladizas en más de una ocasión. No era el sitio más idoneo para su último encuentro, pero debía ser ahí. Es tarde, no hay nadie por la calle y eso le permite escuchar sus pasos y sus propios pensamientos con total claridad sin esperar interrupciones. A veces podía volverse esto un incordio, pues su cabeza no callaba y comenzaba a volverle loco. Camina deprisa...
A ciencuenta metros del lugar del encuentro, ya puede verla. Luce el mismo vestido de la última vez. Y no lleva equipaje consigo. "Curioso" - piensa. "Su tren sale en unos minutos". Se acerca aún más rápido a ella, ansía poder abrazarla una vez más, decirle todo lo que lamenta que hayan estado más distanciados esos días por sus sentimientos... lamenta muchas cosas. Y por fin llega a su encuentro.
- Hola - tartamudea él. Nunca le había pasado eso antes. Tartamudeó al saludar... y hasta tuvo que apartar la mirada de sus ojos.
- Pensé que no vendrías - responde ella.
- ¿Qué te hace pensar eso?
- Bueno... después de lo la última vez...Pensaba que no querrías volver a verme.
- Descuida, necesitaba verte una vez más para disculparme por todo.
- ¡No debes hacerlo!
De pronto, comienzan a caer unas gotas sobre la cara de él. Sabe que está comenzando a llover, y sabe que lo hará con más intensidad. Le queda poco tiempo, pero aún puede estar con ella.
- ¿Recuerdas lo que pasará después, verdad? - pregunta ella.
- Sí, la lluvia es perfecta.
- ¿¡Por qué lo dices!?
- Porque así mis lágrimas se camuflarán con las gotas de lluvia.
La lluvia comenzó a apretar, y la chica contempló el cielo. Su rostro, sus manos y brazos comenzaron a mojarse. Ella sabía lo que le sucedería, pero aún así había acudido al encuentro con él. Sus manos empezaron a deshacerse poco a poco a medida que la lluvia la iba empapando. Poco a poco fueron disolviendose sus dedos y comenzaron a formar parte de los charcos que se formaban en el suelo. Sus manos desaparecieron. Ella estaba asustada, pero él estaba a su lado, y eso la tranquilizaba... aunque no del todo. Entonces ella le miró una vez más, y con sus tullidos brazos se acercó a él y le abrazó. Tenía más miedo que nunca. Él, respondió de la misma manera, y entonces también comenzó a deshacerse. Él comenzó a llorar, pero sus lágrimas eran apenas visibles. Su pelo comenzó a deshacerse al igual que las manos de la chica. Y entonces también su cara empezó a pasar por el mismo proceso.
Lo que comenzó chispeando, era ya tormenta. Llovía con una fuerza descontrolada. Los dioses estaban haciendo de aquella escena un verdadero tormento para los dos. La tormenta rugía en los cielos. Ellos continuaban deshaciendose poco a poco con las gotas de lluvia.
Allí seguían ellos, en aquel viejo puente de la ciudad de sus sueños. La ciudad solitaria. Donde pudieron realizar todos sus sueños. Donde ambos serían inmortales, salvo que tocasen las gotas de lluvia. Algo tan simple como unas gotas de lluvia serían capaces de destruir a esos dos seres tan perfectos. Vencedores del tiempo vulnerables a unas simples gotas. Ambos habían vivido suficientes momentos juntos, y sabían que debían acabar así. Y allí seguían ellos, hasta que acabaron consumiendose en aquel profundo charco. "Por fin juntos" - pensaba él en los instantes finales. "Por fin juntos, en nuestra ciudad de los sueños...".
Habían quedado en el viejo puente construido con grandes piedras oscuras. La humedad del lugar hacía que aquellas piedras aparecieran resbaladizas en más de una ocasión. No era el sitio más idoneo para su último encuentro, pero debía ser ahí. Es tarde, no hay nadie por la calle y eso le permite escuchar sus pasos y sus propios pensamientos con total claridad sin esperar interrupciones. A veces podía volverse esto un incordio, pues su cabeza no callaba y comenzaba a volverle loco. Camina deprisa...
A ciencuenta metros del lugar del encuentro, ya puede verla. Luce el mismo vestido de la última vez. Y no lleva equipaje consigo. "Curioso" - piensa. "Su tren sale en unos minutos". Se acerca aún más rápido a ella, ansía poder abrazarla una vez más, decirle todo lo que lamenta que hayan estado más distanciados esos días por sus sentimientos... lamenta muchas cosas. Y por fin llega a su encuentro.
- Hola - tartamudea él. Nunca le había pasado eso antes. Tartamudeó al saludar... y hasta tuvo que apartar la mirada de sus ojos.
- Pensé que no vendrías - responde ella.
- ¿Qué te hace pensar eso?
- Bueno... después de lo la última vez...Pensaba que no querrías volver a verme.
- Descuida, necesitaba verte una vez más para disculparme por todo.
- ¡No debes hacerlo!
De pronto, comienzan a caer unas gotas sobre la cara de él. Sabe que está comenzando a llover, y sabe que lo hará con más intensidad. Le queda poco tiempo, pero aún puede estar con ella.
- Mira, siento que todo haya sido así, podía haberlo cambiado... haber intentado arreglarlo y podría haber estado contigo más tiempo...noté que había entre nosotros una conexión especial. Algo que nos hacía únicos del resto de seres. Algo que complementaría nuestras almas para siempre, formando de ambas una sola. Una indestructible. La perfección.
Entonces ella se percata de que comienza a llover...
- ¡Oh no! ¡Ya está empezando! - exclama.
- Tranquila, estoy aquí...- ¿Recuerdas lo que pasará después, verdad? - pregunta ella.
- Sí, la lluvia es perfecta.
- ¿¡Por qué lo dices!?
- Porque así mis lágrimas se camuflarán con las gotas de lluvia.
La lluvia comenzó a apretar, y la chica contempló el cielo. Su rostro, sus manos y brazos comenzaron a mojarse. Ella sabía lo que le sucedería, pero aún así había acudido al encuentro con él. Sus manos empezaron a deshacerse poco a poco a medida que la lluvia la iba empapando. Poco a poco fueron disolviendose sus dedos y comenzaron a formar parte de los charcos que se formaban en el suelo. Sus manos desaparecieron. Ella estaba asustada, pero él estaba a su lado, y eso la tranquilizaba... aunque no del todo. Entonces ella le miró una vez más, y con sus tullidos brazos se acercó a él y le abrazó. Tenía más miedo que nunca. Él, respondió de la misma manera, y entonces también comenzó a deshacerse. Él comenzó a llorar, pero sus lágrimas eran apenas visibles. Su pelo comenzó a deshacerse al igual que las manos de la chica. Y entonces también su cara empezó a pasar por el mismo proceso.
Lo que comenzó chispeando, era ya tormenta. Llovía con una fuerza descontrolada. Los dioses estaban haciendo de aquella escena un verdadero tormento para los dos. La tormenta rugía en los cielos. Ellos continuaban deshaciendose poco a poco con las gotas de lluvia.
Allí seguían ellos, en aquel viejo puente de la ciudad de sus sueños. La ciudad solitaria. Donde pudieron realizar todos sus sueños. Donde ambos serían inmortales, salvo que tocasen las gotas de lluvia. Algo tan simple como unas gotas de lluvia serían capaces de destruir a esos dos seres tan perfectos. Vencedores del tiempo vulnerables a unas simples gotas. Ambos habían vivido suficientes momentos juntos, y sabían que debían acabar así. Y allí seguían ellos, hasta que acabaron consumiendose en aquel profundo charco. "Por fin juntos" - pensaba él en los instantes finales. "Por fin juntos, en nuestra ciudad de los sueños...".
Long.
Soñado por M a las 1:55 0 comentarios3.13.2011
Y continúa sentado en el suelo de aquella habitación. Se encuentra solo, y en silencio. Permanece inmóvil, observando detenidamente una puerta que se presenta ante él. Intercambian miradas pero no sucede nada. Nunca sucede nada. Él esta sentado con las piernas cruzadas, y sus brazos se apoyan en sus rodillas. Sus manos se entrelazan a la altura de la boca y un poco más arriba se sitúan sus inmóviles y secos ojos. Lleva años sentado frente a esa puerta.
Tras él, se encuentra otra puerta. Posee las mismas características que la puerta frente a él, pero no tras ella no se encuentra lo mismo que en la primera. Tras ella se encuentra un pasado, ¿bueno o malo? No, malo o neutro. Él sabe que tras la puerta situada tras él, se encuentra el pasado, y, probablemente piensa, que en la que se sitúa frente a él, está el futuro. Un futuro aún desconocido para él, pero que probablemente no sea mejor que un pasado ya vivido.
Sigue pensando, meditando... No tiene certeza de que en algún momento se abra esa puerta por arte de magia, no. Probablemente tenga que levantarse, caminar hacia ella y tranquilamente hacer girar el pomo con su mano derecha hasta escuchar el cerrojo ceder. Entonces sabría que ya puede entrar. Empujaría con una fuerza no muy elevada hacia su interior y quedaría cegado por la luz emanante del interior. Podría hacer eso... podría.
Pero, por su solitaria mente, entre todos los pensamientos que la componen, vaga el rumor de que esa puerta puede abrirse sola. Si se diera el caso de que la puerta se abriera sola, contendría un futuro prometedor, superando las expectativas del neutro. Si él, en un acto de rebeldía e impaciencia, decidiese levantarse bruscamente, y echar la puerta abajo, ese futuro tan “prometedor” se vendría abajo, volviendo a monotonía y carencia de alicientes de siempre. Pero... también tenía la opción de esperar.
Claro, esto era solo un rumor, escuchado por él o quizás imaginado por él. Imaginado porque espera que haya algo mejor de lo que ya tiene, aunque jamás lo haya vivido. Imaginado porque.. sí, quizás tiene un poco de esperanza en que los milagros puedan llegar a convertirse en.. realidad. Sí, quizás fuese todo eso imaginado... o quizás no. La duda que se plantea es la siguiente: de ser cierto que la puerta pudiera abrirse sin actuar él... ¿cómo lo haría? ¿Por qué debería abrirse? ¿Por qué, de poder abrirse sola, no lo ha hecho ya; y así está esperando e intentando destruir toda esperanza de nuestro personaje?
De nuevo transitan por su mente otros pensamientos. Ya, sabe (o duda) que la puerta puede abrirse sin su ayuda. Quizás alguien pueda abrirla desde el otro lado. Quizás el futuro personificado se tome la molestia de abrirle la puerta, y dejarle pasar a su nueva etapa prometedora. Quizás sea el futuro personificado en un alma. Abstracta. Un alma con una personalidad capaz de atravesar paredes, sobrevolar cielos, nadar por océanos y destruir planetas. Una personalidad que... le complementa. Hasta entonces siempre se había sentido solo, pues desconocía de la existencia de ese alma. Pero ahora que sabe que existe, ocupa un lugar en el mundo (... y en su corazón), sabe que debe conseguirla. Luchar por su otra mitad. Luchar por su futuro, por las cosas que se encuentran y encontrarán en él, y que compartirá con su llave.
Quizás algún día, esa puerta se abra sola. O quizás él, se harte de esperar el milagro y decida arruinarse a sí mismo. Tan solo el tiempo se lo dirá... Pero ni tú, ni yo, sabemos el final de esta historia.
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