Desde hace varios días tengo la sensación de no querer seguir escribiendo más en el blog. De no seguir inventando historias, y de no seguir plasmando algunos de mis sentimientos más visibles aquí. Alejarme de todo este mundillo que tantas alegrías y penas me ha dado en todo este tiempo. Y es que, mi inspiración tiene un límite. Tengo la sensación de que todas las cosas que quise decir, ya están dichas; y no quedan más por decir. Y es que siempre pensaba que lo que tenía que decir, o pensar, era infinito. Y por eso nunca me aterró la idea de dejar de publicar aquí. Pero últimamente siento que no tengo ganas de decir más nada. Dejar que todo siga su curso y que las palabras se formen solas en el aire, y no en papel.
Cada día entro a blogger, y miro las entradas nuevas que vais publicando día a día. Y sigo mirándolas esperando que alguien mencione algo que me haga estremecer en este sillón; y que me empuje a salir a la calle con una sonrisa. Pero las mismas palabras que pueden causarme esa sensación de vuelo, pueden propiciar también una situación de angustia, y decepción. Entonces, ¿qué?
La Reina de Cristal (1.era parte)
Soñado por M a las 23:51 0 comentarios11.10.2011
La historia que voy a contar trata, como no, de unos enamorados. No será la típica historia fácil, por supuesto que no, ¿qué emoción tendría? Como en el amor, la historia es de lo más complicada, y rozará la locura. Una locura que llega a estar enferma, y a ser centro. Centro del ser. Ser tan centro que abarca extremos. Procedo, sin más, a narrárosla tal y como salió de mí.

Pre~
Soñado por M a las 23:12 0 comentarios10.29.2011
Lo has vuelto a conseguir.
Has vuelto a crear en mi esa sensación que meses atrás sufría justo antes de saber que te iba a ver. Una sensación de nervios que encoge mi estómago, y me evita comer. Una sensación de que todo mi cuerpo se prepara para estar junto al tuyo; y de que mi cerebro comienza a pensar en qué voy a decirte, o qué voy a hacer. Intentar medir cada palabra para que todo salga bien y no parecer un idiota frente a ti.
Esa sensación de saber que estás viniendo ya, y que tan solo debo esperar al toque que me haga abrirte, y juntos atravesar la puerta de mi dormitorio, como tantas veces la cruzamos antes. Y una vez dentro, rodearte con mis brazos. Y entonces saber, que esas dos almas que se escaparon juntas, esas dos gotas de agua disolviéndose en la Ciudad de los Sueños, ese caballero, y esa princesa atrapada... están juntas en la misma habitación. Ya basta de cientos de sueños con esta escena. La escena es ahora, y es realidad.
Has vuelto a crear en mi esa sensación que meses atrás sufría justo antes de saber que te iba a ver. Una sensación de nervios que encoge mi estómago, y me evita comer. Una sensación de que todo mi cuerpo se prepara para estar junto al tuyo; y de que mi cerebro comienza a pensar en qué voy a decirte, o qué voy a hacer. Intentar medir cada palabra para que todo salga bien y no parecer un idiota frente a ti.
Esa sensación de saber que estás viniendo ya, y que tan solo debo esperar al toque que me haga abrirte, y juntos atravesar la puerta de mi dormitorio, como tantas veces la cruzamos antes. Y una vez dentro, rodearte con mis brazos. Y entonces saber, que esas dos almas que se escaparon juntas, esas dos gotas de agua disolviéndose en la Ciudad de los Sueños, ese caballero, y esa princesa atrapada... están juntas en la misma habitación. Ya basta de cientos de sueños con esta escena. La escena es ahora, y es realidad.
Lo has vuelto a conseguir.
Cuentos de castillos sin dragones
Soñado por M a las 19:08 0 comentarios10.28.2011
El silencio reinaba, como era ya habitual, en el dormitorio donde se encuentra presa. Mirando algún punto perdido de lo que es su cielo sin estrellas, mata a este silencio con los gritos de sus pensamientos. Aprieta los labios con dureza, haciendo parecer, desde el exterior, que está tomando una importante decisión.
Un mito la mantenía presa en su propio castillo. Ninguna fuerza, dragón, o ser superior impedían la marcha de lo que era su celda. Siempre pudo abandonar el castillo, para recorrer el mundo y vivir lo que serían las aventuras de los cuentos, repletas de momentos para el recuerdo y vivencias dignas de diario con anillas. Pero nunca se atrevió a cruzar la puerta. Pues años atrás había encontrado un libro, en los estantes de su vieja librería, que profería algún tipo de leyenda, en parte, maldita. Y es que, entre las líneas de aquel gran libro de tapa dura, se encontraba un mensaje que marcaría por siempre el rumbo de nuestra protagonista; haciéndola vivir en su propia desgracia. "Las puertas hacia tu mundo están abiertas -decía- puedes salir cuando desees. Pero el mundo que se cierne más allá de aquellas colinas no es el mundo con el que sueñas. Tan solo encontrarás el mundo de tus sueños cuando esa puerta no seas tú la que la abra, sino tu apuesto príncipe. Entonces encontrarás todo lo que soñaste en él."
Días que se antojaron años. Y horas que se antojaron lustros.
Nuevamente en aquella posición de reposo se encontraba, y con sus habituales pensamientos surcando el mar de su mente. Esperando, así, a su príncipe. Nunca se sintió la princesa nombrada por cuentos, y mucho menos tuvo la necesidad de un príncipe, y aún menos sintió que debía ser rescatada; pero su mundo estaba menguando, y tan solo le quedaban aquellas palabras en viejo papel. Palabras por las que soñaría cada una de las noches en su dormitorio, y palabras por las que habría matado para saber si eran tan ciertas como su dolor. Pero no podía hallar respuesta. Tan solo el tiempo, muerte lenta e irreversible, darían su respuesta.
Pero entonces, tras un espacio de tiempo que ni ella era capaz ya de medir, algo cambió en la mentalidad de la princesa. Ahogada en sus angustias, cansada del insípido presente, y queriendo leer el final del libro aún yendo por la mitad, decide emprender su camino hacia el exterior. Sabía que no era ella la que debía hacer ceder aquella puerta, pero su príncipe era tan lento como los segundos en soledad. Y sin coger nada, y con pasos firmes y manos temblorosas, se acercó hacia la puerta.
Un simple empujón fue suficiente para hacer que aquella gran puerta de visagras negras cediera, haciendo entrar así, en lo que era su "mundo" un poco de luz. Aquel segundo bastó, para que la chica imaginase que lo que profería aquel libro era falso, y que todas aquellas aventuras podría vivirlas sin la necesidad de aquella estúpida espera. Ante ella vislumbraba una verde colina, y árboles en su cima. Cielo azul, y flores preciosas firmaban el escenario a los pies de ella. Entonces miró hacia la derecha, junto a los muros de su castillo. Y a no más de dos metros de aquella puerta, se encontraba la figura de un hombre envuelto en pesadas cotas. Su casco de metal reposaba en el suelo, junto a su espada y escudo, y aún más en la lejanía era visible un caballo que corría libre por aquellos campos. Escrito sobre el torso de la armadura, con tinta negra, un número. La princesa, extrañada, le mira inquietamente, sin apartar la mirada de sus ojos. Él responde su mirada, y de su boca surge curvatura a la par que sus ojos se dirigían hacia el suelo, y su cuerpo entero se disponía a levantarse de aquel verde. Él se acerca a ella, aún con aquella pícara sonrisa, como si supiera que estaba pasando; todo lo contrario de ella. Entonces ella comienza a hablar:
- ¿Eres tú el príncipe por el que mi vida quedó reducida paulatinamente a una incierta espera en lo alto de mi castillo, por el que coarté toda mi vida en su tardía llegada, y que ahora se encuentra recto y burlón ante mí? ¿Por el que debía suspirar a cada segundo que pasaba deseando que llegase para librarme de mis males imaginarios producidos por la soledad fría de mi castillo? ¿Eres tú aquel que debía atravesar la puerta de mi dormitorio, extender su abrazo acabado en dedos extendidos hacia mí, invitando a fundir nuestras manos en una sola y con el que viviría cien mil aventuras?
Asiente él.
- ¡¿Y por qué descabellada razón - continúa ella - me encuentro al motivo de mis males esperando tumbado junto a mi puerta, disfrutando de la paz del verde mundo y con su caballo corriendo por mis tierras, en vez de abrir apresuradamente fácil puerta y llevarme con él?!
- ¿Y por qué no me fuiste a buscar vos, mi señora?
Un mito la mantenía presa en su propio castillo. Ninguna fuerza, dragón, o ser superior impedían la marcha de lo que era su celda. Siempre pudo abandonar el castillo, para recorrer el mundo y vivir lo que serían las aventuras de los cuentos, repletas de momentos para el recuerdo y vivencias dignas de diario con anillas. Pero nunca se atrevió a cruzar la puerta. Pues años atrás había encontrado un libro, en los estantes de su vieja librería, que profería algún tipo de leyenda, en parte, maldita. Y es que, entre las líneas de aquel gran libro de tapa dura, se encontraba un mensaje que marcaría por siempre el rumbo de nuestra protagonista; haciéndola vivir en su propia desgracia. "Las puertas hacia tu mundo están abiertas -decía- puedes salir cuando desees. Pero el mundo que se cierne más allá de aquellas colinas no es el mundo con el que sueñas. Tan solo encontrarás el mundo de tus sueños cuando esa puerta no seas tú la que la abra, sino tu apuesto príncipe. Entonces encontrarás todo lo que soñaste en él."
Días que se antojaron años. Y horas que se antojaron lustros.
Nuevamente en aquella posición de reposo se encontraba, y con sus habituales pensamientos surcando el mar de su mente. Esperando, así, a su príncipe. Nunca se sintió la princesa nombrada por cuentos, y mucho menos tuvo la necesidad de un príncipe, y aún menos sintió que debía ser rescatada; pero su mundo estaba menguando, y tan solo le quedaban aquellas palabras en viejo papel. Palabras por las que soñaría cada una de las noches en su dormitorio, y palabras por las que habría matado para saber si eran tan ciertas como su dolor. Pero no podía hallar respuesta. Tan solo el tiempo, muerte lenta e irreversible, darían su respuesta.
Pero entonces, tras un espacio de tiempo que ni ella era capaz ya de medir, algo cambió en la mentalidad de la princesa. Ahogada en sus angustias, cansada del insípido presente, y queriendo leer el final del libro aún yendo por la mitad, decide emprender su camino hacia el exterior. Sabía que no era ella la que debía hacer ceder aquella puerta, pero su príncipe era tan lento como los segundos en soledad. Y sin coger nada, y con pasos firmes y manos temblorosas, se acercó hacia la puerta.
Un simple empujón fue suficiente para hacer que aquella gran puerta de visagras negras cediera, haciendo entrar así, en lo que era su "mundo" un poco de luz. Aquel segundo bastó, para que la chica imaginase que lo que profería aquel libro era falso, y que todas aquellas aventuras podría vivirlas sin la necesidad de aquella estúpida espera. Ante ella vislumbraba una verde colina, y árboles en su cima. Cielo azul, y flores preciosas firmaban el escenario a los pies de ella. Entonces miró hacia la derecha, junto a los muros de su castillo. Y a no más de dos metros de aquella puerta, se encontraba la figura de un hombre envuelto en pesadas cotas. Su casco de metal reposaba en el suelo, junto a su espada y escudo, y aún más en la lejanía era visible un caballo que corría libre por aquellos campos. Escrito sobre el torso de la armadura, con tinta negra, un número. La princesa, extrañada, le mira inquietamente, sin apartar la mirada de sus ojos. Él responde su mirada, y de su boca surge curvatura a la par que sus ojos se dirigían hacia el suelo, y su cuerpo entero se disponía a levantarse de aquel verde. Él se acerca a ella, aún con aquella pícara sonrisa, como si supiera que estaba pasando; todo lo contrario de ella. Entonces ella comienza a hablar:
- ¿Eres tú el príncipe por el que mi vida quedó reducida paulatinamente a una incierta espera en lo alto de mi castillo, por el que coarté toda mi vida en su tardía llegada, y que ahora se encuentra recto y burlón ante mí? ¿Por el que debía suspirar a cada segundo que pasaba deseando que llegase para librarme de mis males imaginarios producidos por la soledad fría de mi castillo? ¿Eres tú aquel que debía atravesar la puerta de mi dormitorio, extender su abrazo acabado en dedos extendidos hacia mí, invitando a fundir nuestras manos en una sola y con el que viviría cien mil aventuras?
Asiente él.
- ¡¿Y por qué descabellada razón - continúa ella - me encuentro al motivo de mis males esperando tumbado junto a mi puerta, disfrutando de la paz del verde mundo y con su caballo corriendo por mis tierras, en vez de abrir apresuradamente fácil puerta y llevarme con él?!
- ¿Y por qué no me fuiste a buscar vos, mi señora?
Soñado por
M
a las
23:58
0
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10.26.2011
Romper con esquemas.
Hacía ya un par de días que quería escribir algo así. Una entrada para reflexionar; tanto yo, como algunos de vosotros. Y es que esto es un poco como... el típico capítulo de recopilación al final de temporada, y cosas así, que tanto odias a veces, pero al fin y al cabo sonríes. Necesito desahogarme un poco aquí, y violar el espacio tan sagrado en escribir algunos de los pensamientos que me llevan rondando la cabeza estos días, y en especial, hoy.
#Este es tu punto.
Soñado por M a las 0:01 0 comentarios10.24.2011
[...]
Porque aún nos...
Quedan cientos de árboles en los que tallar nuestros nombres.
Y cientos de corazones haciendo barrera entre ellos.
Quedan cientos de farolas por alumbrarnos en la oscura noche.
A pesar de que iluminamos más que estrellas.
Quedan cientos de caminos por recorrer.
En los que ladeamos nuestros brazos esperando aquel choque de manos con su correspondiente latido.
Quedan cientos de roces de mejillas, roces de narices, roces de pestañas.
Y choques de labios.
Quedan cientos de momentos en que cuatro de mis dedos se filtran a través de cabellos tras tu oreja.
Mientras mi dedo pulgar acaricia tu ruborizada mejilla.
Quedan cientos de bocanadas de aire por coger, y cientos de exhalaciones.
Robando el poco aire que hay entre nosotros.
Quedan cientos de parpadeos a destiempo.
Y a milímetros.
Quedan cientos de momentos en que su olor recubra toda mi ropa y piel.
Y cuando no esté, me siga acompañando hasta en sueños.
Quedan cientos de vuelcos de corazón por un susurro.
Susurros prohibidos entre sábanas.
Quedan cientos de momentos en que hablas, y te quedas sin palabras al contemplarla hacer un gesto.
Donde 'hacer un gesto' se podría simplemente sustituir 'saber que te está mirando'.
Quedan cientos de esperas al toque que me haga bajar hasta mi portal, y la vea a través de cristal esperarme.
Ya sonriendo incluso antes de verme bajar.
Quedan cientos de mensajes en la madrugada, diciendo simplemente te echo de menos buenas noches.
Y mi corazón se acelere al vibrar el móvil.
Quedan cientos de largas esperas hasta que pueda escribir un "mmm hey".
Pero que volverán a estar en tu pantalla.
Quedan cientos de lágrimas que echar por sentimientos escritos.
Y quedan cientos de escritos como este haciendo que vuelvas a latir.
Quedan cientos de textos por releer y recordar.
Y volver a suspirar por ellos.
Quedan cientos de temblores en manos y brazos al sostenerte entre ellos.
Y cientos de frases entre pequeñas risas diciendo "tiemblas".
Quedan cientos de manos esperando a posarse en el corazón del otro.
Y cientos de susurros diciendo "qué rápido".
Condena escrita sobre azul
Soñado por M a las 23:49 0 comentarios10.20.2011
1927.
La noche había vencido una vez más al día en la tan habitual guerra de desgaste, y ahora un manto oscuro y de espesa nieve culminaba hasta las más derruidas tejas de un pueblo hasta esta noche desconocido por el resto del mundo. Era un pueblo pequeño y casi todos sus habitantes eran conocidos y criticados entre sí por una comunidad no abierta a cambios. Poesía y demás textos literarios estaban llevándose a cabo por una de las promesas, ya consagrada, más jóvenes de todo el país. Oyentes analfabetos reuníanse en tardes de sobremesa en torno a falsos juglares en las pedregosas calles del pueblo. Escuchaban cada uno de los textos escritos por el joven, y recitados por otra persona. Se sumían en los mundos soñados por él, y deleitaba en cortos espacios de tiempo de nuevas aventuras de valientes soldados y criaturas fantasiosas que ni el más pequeño de los niños del lugar era capaz de imaginar. Poco se tardó en correr el rumor por pueblos de que alguien estaba haciendo algo así. Y aún menos tardó en llegar a oídos del Rey. Éste, intento de escritor, más frustrado que intento, no tardó en resaltar sus achares hacia él, y condenó con pena de muerte a la persona que escribiera alguna historia en el pueblo, prohibiendo así toda publicación de nuevas obras; refiriéndose de esta manera únicamente a nuestra joven promesa. El pueblo, indignado, rebatió la absurda ley y manifestáronse en calles al son de fuertes gritos e insultos. Nada pudo hacerse ya.
La noche había vencido una vez más al día en la tan habitual guerra de desgaste, y ahora un manto oscuro y de espesa nieve culminaba hasta las más derruidas tejas de un pueblo hasta esta noche desconocido por el resto del mundo. Era un pueblo pequeño y casi todos sus habitantes eran conocidos y criticados entre sí por una comunidad no abierta a cambios. Poesía y demás textos literarios estaban llevándose a cabo por una de las promesas, ya consagrada, más jóvenes de todo el país. Oyentes analfabetos reuníanse en tardes de sobremesa en torno a falsos juglares en las pedregosas calles del pueblo. Escuchaban cada uno de los textos escritos por el joven, y recitados por otra persona. Se sumían en los mundos soñados por él, y deleitaba en cortos espacios de tiempo de nuevas aventuras de valientes soldados y criaturas fantasiosas que ni el más pequeño de los niños del lugar era capaz de imaginar. Poco se tardó en correr el rumor por pueblos de que alguien estaba haciendo algo así. Y aún menos tardó en llegar a oídos del Rey. Éste, intento de escritor, más frustrado que intento, no tardó en resaltar sus achares hacia él, y condenó con pena de muerte a la persona que escribiera alguna historia en el pueblo, prohibiendo así toda publicación de nuevas obras; refiriéndose de esta manera únicamente a nuestra joven promesa. El pueblo, indignado, rebatió la absurda ley y manifestáronse en calles al son de fuertes gritos e insultos. Nada pudo hacerse ya.
El piano
Soñado por M a las 21:51 0 comentarios10.09.2011
Entre torpes zancadas atraviesa la habitación, saboreando ya el destino. Desde sus primeros pasos, aún en la cocina, era capaz de percibir aquellas notas que flotaban por toda la casa, produciendo en corazones la tan inspirada calma que mentes extrañan. Entonces se alejaría de las verticales piernas de su madre para emprender marcha hacia las escaleras, paso intermedio entre cocina y habitación. Ella, exclamaría su nombre en voz alta, prohibiéndole, como era tan habitual, correr por casa. Pero él no escucha otra cosa más que aquellas notas de piano.
Sus cortas piernas subirían temblorosas la crujiente escalera de madera. Con los ojos repletos de lágrimas pisotearía la que era la alfombra gris preferida de mamá, y la cruzaría en cuestión de segundos. Entonces un leve empujón bastaría para que la puerta cediera, no sin antes proferir un sonido similar en magnitud al de la escalera, y entonces, entre torpes zancadas atravesaría la habitación. Un gran piano de cola se encontraría allí.
Dueños de aquel negro piano son unas ancianas manos, que tocan las teclas como si de una persona se tratase; la más dulce que jamás habrían tocado aquellas. Siente la música, pero siente más. Siente a esa mujer contándole historias entre las líneas de aquellos pentagramas. Él solo sabe que debe continuar tocando para que aquella musa le siga narrando, y así hace. Suele cerrar los ojos para ayudar a imaginar que ella se encuentra realmente en aquellas notas, y que él la está llamando. Quizás tan solo sean los delirios de un viejo obsesionado con su música, o quizás sean las teclas que debe tocar para captar su atención.
El chico de cinco años ya se encuentra tras él, escuchándole. Para el joven probablemente aquellos pensamientos del anciano son impensables, y simplemente aprecia el trabajo de su aún absorto abuelo. Se acerca y decide ocupar el espacio libre de aquella polvorienta banqueta. Entonces, aquellas notas van perdiendo intensidad, hasta volver a encontrar el silencio en la casa. El joven comienza a hablar:
- ¿Algún día me ensañarás a tocar como tú, abuelo?
- Todos pueden enseñarte algo tan simple como presionar un mecanismo y hacerlo sonar. Eres tan solo tú el único capaz de enseñarte a transmitir lo que realmente quieras transmitir.
Entonces el chico posa sus manos sobre la musa, pero en su caso, no hay musa; tan solo son teclas de un viejo piano. Comienza a presionarlas, consiguiendo una música tan poco perfecta como los torpes pasos que anunciaron su llegada a la habitación. De su boca comienzan a surgir los tan habituales gestos de esfuerzo y pesimismo que tantas veces habría provocado aquel instrumento. Apartaría bruscamente sus manos de aquellas piezas, y resoplaría sonoramente.
- Quizás aún no tienes qué transmitir. Busca tu motivo para tocar, y entonces vuelve aquí, tan rápido como lo has hecho minutos antes, e inténtalo de nuevo. Puede que no suene bien, pero esa vez tendrás algo que decir a través de esto. A veces vengo aquí para tocar, y algunas veces me limito a mirarlo hasta pensar en las historias escondidas en la profundidad de su madera. En el momento en que sepas transmitir a los demás lo que te produce este piano, serás un pianista.
El chico volvió a colocar sus manos en el teclado, esta vez tenía un motivo. Tal y como había hecho antes, comenzó a presionar las teclas. Aparentemente parecía que el gesto era el mismo, pero hubo un pequeño matiz: sus ojos se cerraron. Las horas pasaron, y continúo tocando sin importar nada más. Cuidó cada tecla presionada como si fuese la última, buscando la sensación perfecta en cada momento. Aquel pensamiento se grabó en su mente, y gracias a él busco la perfección en cada nuevo movimiento.
Largos años sucedieron en aquella habitación y aquel chico de ocho años ya era un hombre de treinta y tantos. Su amor hacia la música y su gran progreso fue tal, que el "no quedan" resonaba en las bocas de las personas que aún guardaban cola en los mejores teatros de los países a los que acudía. En cientos de periódicos hablaban de él como el mejor pianista del mundo, a pesar de que cientos superaban su técnica. Pero había algo que jamás superaría a ese virtuosismo: aquellos ojos cerrados.
Sus cortas piernas subirían temblorosas la crujiente escalera de madera. Con los ojos repletos de lágrimas pisotearía la que era la alfombra gris preferida de mamá, y la cruzaría en cuestión de segundos. Entonces un leve empujón bastaría para que la puerta cediera, no sin antes proferir un sonido similar en magnitud al de la escalera, y entonces, entre torpes zancadas atravesaría la habitación. Un gran piano de cola se encontraría allí.
Dueños de aquel negro piano son unas ancianas manos, que tocan las teclas como si de una persona se tratase; la más dulce que jamás habrían tocado aquellas. Siente la música, pero siente más. Siente a esa mujer contándole historias entre las líneas de aquellos pentagramas. Él solo sabe que debe continuar tocando para que aquella musa le siga narrando, y así hace. Suele cerrar los ojos para ayudar a imaginar que ella se encuentra realmente en aquellas notas, y que él la está llamando. Quizás tan solo sean los delirios de un viejo obsesionado con su música, o quizás sean las teclas que debe tocar para captar su atención.
El chico de cinco años ya se encuentra tras él, escuchándole. Para el joven probablemente aquellos pensamientos del anciano son impensables, y simplemente aprecia el trabajo de su aún absorto abuelo. Se acerca y decide ocupar el espacio libre de aquella polvorienta banqueta. Entonces, aquellas notas van perdiendo intensidad, hasta volver a encontrar el silencio en la casa. El joven comienza a hablar:
- ¿Algún día me ensañarás a tocar como tú, abuelo?
- Todos pueden enseñarte algo tan simple como presionar un mecanismo y hacerlo sonar. Eres tan solo tú el único capaz de enseñarte a transmitir lo que realmente quieras transmitir.
Entonces el chico posa sus manos sobre la musa, pero en su caso, no hay musa; tan solo son teclas de un viejo piano. Comienza a presionarlas, consiguiendo una música tan poco perfecta como los torpes pasos que anunciaron su llegada a la habitación. De su boca comienzan a surgir los tan habituales gestos de esfuerzo y pesimismo que tantas veces habría provocado aquel instrumento. Apartaría bruscamente sus manos de aquellas piezas, y resoplaría sonoramente.
- Quizás aún no tienes qué transmitir. Busca tu motivo para tocar, y entonces vuelve aquí, tan rápido como lo has hecho minutos antes, e inténtalo de nuevo. Puede que no suene bien, pero esa vez tendrás algo que decir a través de esto. A veces vengo aquí para tocar, y algunas veces me limito a mirarlo hasta pensar en las historias escondidas en la profundidad de su madera. En el momento en que sepas transmitir a los demás lo que te produce este piano, serás un pianista.
El chico volvió a colocar sus manos en el teclado, esta vez tenía un motivo. Tal y como había hecho antes, comenzó a presionar las teclas. Aparentemente parecía que el gesto era el mismo, pero hubo un pequeño matiz: sus ojos se cerraron. Las horas pasaron, y continúo tocando sin importar nada más. Cuidó cada tecla presionada como si fuese la última, buscando la sensación perfecta en cada momento. Aquel pensamiento se grabó en su mente, y gracias a él busco la perfección en cada nuevo movimiento.
Largos años sucedieron en aquella habitación y aquel chico de ocho años ya era un hombre de treinta y tantos. Su amor hacia la música y su gran progreso fue tal, que el "no quedan" resonaba en las bocas de las personas que aún guardaban cola en los mejores teatros de los países a los que acudía. En cientos de periódicos hablaban de él como el mejor pianista del mundo, a pesar de que cientos superaban su técnica. Pero había algo que jamás superaría a ese virtuosismo: aquellos ojos cerrados.
25 de ago. 13:15
Soñado por M a las 1:41 0 comentariosSiento que te debo miles de palabras por no haber estado ayer, que una sola noche me quita momentos contigo, aunque sea estando aquí sentada, en mi cama, con el portátil sobre mis rodillas, y mis manos sobre el teclado. Que aunque solo me salga decirte "mmm" o "cuéntame algo", sé que estas allí, como yo, mirando la pantalla a ver si se nos ocurre algo que decir, algo que nos llene de pensamientos, de emociones, leernos hasta cansarnos, como hacíamos antes. Y lo echo de menos, quiero rayarme contigo escribiendo, no todas esas tonterías que decimos, quiero saber lo que piensas, meterme en tu cabeza y ver tu mundo. Siento que hace una eternidad que no soy consciente de lo que piensas, y aunque me conformo con tus sonrisas, y con tus ruiditos, sé que podemos llegar a más, que no estamos en la superficie con los demás, llegamos por encima. Decimos que tenemos todo el tiempo del mundo, pero estoy cambiando de idea, nadie tiene todo el tiempo del mundo, porque todo tiene un fin, no digo que esto lo sea, pero quiero aprovechar cada momento contigo...
mmmm... y se me acabaron las palabras, ya tu sabes, mis pensamientos tienen un límite. xdd.
buenos días :) <3
mmmm... y se me acabaron las palabras, ya tu sabes, mis pensamientos tienen un límite. xdd.
buenos días :) <3
No puedes ver las fotos de ella.
Last - Room
Soñado por M a las 11:32 0 comentarios10.02.2011
Una habitación perdida en la inmensidad de la nada. Dos personas en ella. Los habituales objetos que caracterizan cualquier habitación de cualquier chico de ciudad, solo que con dos camas. Él permanece en la suya, sintiendo como el tiempo se congeló y la esfera dejó de girar. Un Mundo sinónimo de presión, constancia de ritmo y generación de nuevos problemas detenido ante los sentimientos de él, que lucharon por crear esta escena y conservarla en cualquier libro de fantasía. Nunca antes se había premeditado tanto un plan como aquel, y aún recuerda cómo organizó todo las tardes anteriores; creando así un perfecto guión sobre su acontecimiento aún sin saber la certeza de éste. Mientras la voz de ella permanece en continua expansión y chocando contra las expectantes paredes de aquel cuarto, la mano de él comienza a temblar; ni el intenso agarre producido por su segunda mano es capaz de calmar ahora a esta fiera sin control.
Suceden los minutos en la habitación perdida. Ellos ya permanecen tumbados en sus respectivas camas, mirando algún punto inespecifico de lo que es ahora su cielo, mientras continúan el intercambio de tan ansiadas palabras. Entonces sucede algo. Un impulso. Ella continúa hablando de algún tema el cual el chico dejó de prestar atención hace tiempo, pues es ahora aquel impulso el centro de atención de él, y debe saciarlo, sin importar guiones y esquemas premeditados. Y entonces, se incorpora un poco en aquella cama, y dirige una fija mirada hacia ella, que comienza mirarle sin dejar de hablar. A pesar de que seguía diciendo aquellas cosas, cada vez más carentes de sentido, en sus ojos quedaba reflejado el impulso del chico, que también era latente en el interior de ella. Entonces, mientras seguía con su eterno discurso, él acerca rápidamente su cabeza a la de ella, y ella, sin parar de hablar, imita su gesto. Encontrándose así en aquel espacio comprendido entre las dos camas. En la cabeza de él no para de retumbar el pensamiento de ceñirse a su puto esquema, ahora ya, carente de sentido. Entonces siente un sabor, jamás antes percibido, que le da vida. Sus ojos, a pesar de cerrados, comienzan a esbozar lágrimas. Y es tan solo en esta mínima abertura entre pestañas, donde estas líquidas encuentran salvación, y posteriormente se deslizan por esas grietas invisibles de las mejillas. Entonces aleja su cabeza unos centímetros de ella, y, aún con aquel sabor en los labios, se percata de que lo que comenzaron siendo dos lágrimas, ahora son océanos que se expanden por su ya empapada almohada.
Suceden los minutos en la habitación perdida. Ellos ya permanecen tumbados en sus respectivas camas, mirando algún punto inespecifico de lo que es ahora su cielo, mientras continúan el intercambio de tan ansiadas palabras. Entonces sucede algo. Un impulso. Ella continúa hablando de algún tema el cual el chico dejó de prestar atención hace tiempo, pues es ahora aquel impulso el centro de atención de él, y debe saciarlo, sin importar guiones y esquemas premeditados. Y entonces, se incorpora un poco en aquella cama, y dirige una fija mirada hacia ella, que comienza mirarle sin dejar de hablar. A pesar de que seguía diciendo aquellas cosas, cada vez más carentes de sentido, en sus ojos quedaba reflejado el impulso del chico, que también era latente en el interior de ella. Entonces, mientras seguía con su eterno discurso, él acerca rápidamente su cabeza a la de ella, y ella, sin parar de hablar, imita su gesto. Encontrándose así en aquel espacio comprendido entre las dos camas. En la cabeza de él no para de retumbar el pensamiento de ceñirse a su puto esquema, ahora ya, carente de sentido. Entonces siente un sabor, jamás antes percibido, que le da vida. Sus ojos, a pesar de cerrados, comienzan a esbozar lágrimas. Y es tan solo en esta mínima abertura entre pestañas, donde estas líquidas encuentran salvación, y posteriormente se deslizan por esas grietas invisibles de las mejillas. Entonces aleja su cabeza unos centímetros de ella, y, aún con aquel sabor en los labios, se percata de que lo que comenzaron siendo dos lágrimas, ahora son océanos que se expanden por su ya empapada almohada.
4th Dimension
Soñado por M a las 1:09 0 comentarios
Decides salir a la hora que no alcanzan los relojes. El camino sigue siendo el mismo, pero esta vez hay nuevos matices. Y esta vez no hay una sola luz que haga de faro; cientos de luces iluminan tu cielo. Y estás solo. Nadie quiere interponerse en tu camino, y todos buscaron refugio en sus casas. Quieren que disfrutes este nuevo momento; único, e irrepetible. Con cada nuevo paso inhalas un aire distinto, todos puros y limpios. Los árboles, colmados de recuerdos, mecen sus hojas frente a un amigable viento. Hojas que lucharon por seguir aferradas, y troncos que vieron firmas de jóvenes tallar sobre sí enmarcadas en imperfectos corazones. Entre tus pasos, piezas de los cientos de puzzles que jamás se construyeron, y aún esperan ansiosas ser resueltas; pero ya no importan. Las apartas suavemente, porque aunque no vas a hacer aquellos rompecabezas, tampoco quieres apartarlos por completo; dejarlos para algún día, manteniendo aún sus enigmas y secretos. El ruido de las olas del mar se filtra a través de innumerables calles, llegando hasta tus oídos. Y entonces sientes aquellas olas por tus brazos, simulando caricias; las que no obtuviste. Y te das cuenta de que la Naturaleza se tornó en este día para ti, mostrando su cara mitológica y extraordinaria.
Y entonces llegas a ese destino. El tan repetido. El que siempre alcanzas, y nunca mencionas en voz alta. Pero lo piensas. Y sabes que todos lo piensan, pero nadie quiere decir lo evidente. Y entonces, sabes que estás donde debías estar y que este, es tu mejor momento.
Y entonces llegas a ese destino. El tan repetido. El que siempre alcanzas, y nunca mencionas en voz alta. Pero lo piensas. Y sabes que todos lo piensan, pero nadie quiere decir lo evidente. Y entonces, sabes que estás donde debías estar y que este, es tu mejor momento.
Caos con corbata
Soñado por M a las 22:44 0 comentarios9.26.2011
Todos amamos nuestra tranquilidad. Que todo permanezca en un orden, y que nada altere nuestro entorno, para no desequilibrarnos. Tememos estar en esa cuerda floja, donde podemos caer en cualquier momento; y alcanzamos un nivel en el que desconocemos la altura a la que nos encontramos. Tan solo sabemos eso, que estamos en esa cuerda perpetua. Cualquier nueva adversidad adoptará la forma etérea de aire para derribarnos cual mazo de naipes en pirámide.
Y es que si nos dieran la opción, más de uno elegiría firmar un contrato donde quedara registrado en las condiciones nuestra Paz durante un determinado. Un espacio de tiempo comprendido en el que no suceda nada; ni bueno, ni malo. Tan acostumbrados a los palos que firmaríamos nuestra propia rutina con tal de no sufrir más, pues poco es el bien que vimos. Y entonces te tienden ese papel. Ese contrato de monotonía y normalidad que tan algunas veces ansías. Pero, no pienses que todo acabó al poner tus iniciales. No. ¿Acaso leíste la letra pequeña?
Y es que si nos dieran la opción, más de uno elegiría firmar un contrato donde quedara registrado en las condiciones nuestra Paz durante un determinado. Un espacio de tiempo comprendido en el que no suceda nada; ni bueno, ni malo. Tan acostumbrados a los palos que firmaríamos nuestra propia rutina con tal de no sufrir más, pues poco es el bien que vimos. Y entonces te tienden ese papel. Ese contrato de monotonía y normalidad que tan algunas veces ansías. Pero, no pienses que todo acabó al poner tus iniciales. No. ¿Acaso leíste la letra pequeña?
El puerto
Soñado por M a las 22:11 0 comentarios9.19.2011
- Shepard, Billy Shepard.
Esas son mis últimas palabras hasta que el tipo que fingía ser mi socio me introducía violentamente en la parte trasera del coche. Mi amigo, Artie, entró tranquilamente y sin ayuda de nadie por la otra puerta. Finge estar tranquilo, cuando se le pueden escuchar los latidos desde la otra calle. Y es en el momento en el que mis pies pisan firmemente la moqueta grasienta cuando pienso en las últimas tardes en el piso de Artie.
Esas son mis últimas palabras hasta que el tipo que fingía ser mi socio me introducía violentamente en la parte trasera del coche. Mi amigo, Artie, entró tranquilamente y sin ayuda de nadie por la otra puerta. Finge estar tranquilo, cuando se le pueden escuchar los latidos desde la otra calle. Y es en el momento en el que mis pies pisan firmemente la moqueta grasienta cuando pienso en las últimas tardes en el piso de Artie.
Guiños
Soñado por M a las 23:40 0 comentarios9.14.2011
Y es que ahora todo gira en torno a lo mismo. Época en la que soy el único, y ahora, cuando me opongo a mí mismo, e incluso me contradigo, todos se ponen de acuerdo.
"Una de las lecciones más tristes de la historia es ésta: si se está sometido a un engaño demasiado tiempo, se tiende a rechazar cualquier prueba de que es un engaño. Encontrar la verdad deja de interesarnos. El engaño nos ha engullido.
Crees en el destino. En cosas que están porque tienen que estar. Cosas que una vez te acercaron, pero ahora intentan alejarte. ¿Por qué? Creo en esas cosas que son originadas por el azar. Y no digo que sea "casualidad", si no que es así, porque así está destinado.
Puedo hacerme una pequeña idea de la señal que me intentas dar. Pero no. Como dice el tipo de allí arriba, "el engaño nos ha engullido". Prefiero vivir engañado. Ser un bobo más que observa mientras su baba se desliza por la comisura de los labios. Caminar por la calle y taparme los ojos ante cualquier adversidad. Hincar mis rodillas sobre mi pecho cuando pienso que algo va mal, e intentar volver a mí. Ir a la tienda más cercana, comprar fuertes correas de cuero y envolver el corazón con ellas.
Escribo a pesar de saber que esto destruye una parte de mí, y alimenta otra. La parte destruida, me aleja de mí; y la alimentada se hace más fuerte, alejándome a su vez de ti. Y es por eso que temo este texto, mis palabras escritas originadas por esos pensamientos destructores. Cambiar el punto de vista de una persona es algo que he deseado hacer desde siempre. Hacer ver el mundo con otros ojos, pensar de manera distinta. A veces tienes que decir: "Sí, es así, lo has conseguido, ahora céntrate en tu recompensa. Es tuya, y el Mundo de fuera no te merece, vales más." Y otras veces debes decir: "La vida es corta. Lucharás por tus futuros fracasos. Intentarás amar a pesar de no ser amado. Y morirás solo, pensando en una persona que con suerte recuerda tus iniciales." Y da gracias.
¿Y ahora vas a llorar? ¿Qué piensas? ¿Qué esas lágrimas harán que el engaño pasado vuelva a florecer para volver a vivir en tu falsa realidad? Está bien. Llora hoy, y olvida tus lágrimas mañana. Porque, nuevamente, lo has conseguido.
*Donoso, gracias.
"Una de las lecciones más tristes de la historia es ésta: si se está sometido a un engaño demasiado tiempo, se tiende a rechazar cualquier prueba de que es un engaño. Encontrar la verdad deja de interesarnos. El engaño nos ha engullido.
Simplemente, es demasiado doloroso reconocer, incluso ante nosotros mismos, que hemos caído en el engaño. En cuanto se da poder a un charlatán sobre uno mismo, casi nunca se puede recuperar."
- Carl Sagan, fragmento de El Mundo y Sus Demonios.
Puedo hacerme una pequeña idea de la señal que me intentas dar. Pero no. Como dice el tipo de allí arriba, "el engaño nos ha engullido". Prefiero vivir engañado. Ser un bobo más que observa mientras su baba se desliza por la comisura de los labios. Caminar por la calle y taparme los ojos ante cualquier adversidad. Hincar mis rodillas sobre mi pecho cuando pienso que algo va mal, e intentar volver a mí. Ir a la tienda más cercana, comprar fuertes correas de cuero y envolver el corazón con ellas.
Escribo a pesar de saber que esto destruye una parte de mí, y alimenta otra. La parte destruida, me aleja de mí; y la alimentada se hace más fuerte, alejándome a su vez de ti. Y es por eso que temo este texto, mis palabras escritas originadas por esos pensamientos destructores. Cambiar el punto de vista de una persona es algo que he deseado hacer desde siempre. Hacer ver el mundo con otros ojos, pensar de manera distinta. A veces tienes que decir: "Sí, es así, lo has conseguido, ahora céntrate en tu recompensa. Es tuya, y el Mundo de fuera no te merece, vales más." Y otras veces debes decir: "La vida es corta. Lucharás por tus futuros fracasos. Intentarás amar a pesar de no ser amado. Y morirás solo, pensando en una persona que con suerte recuerda tus iniciales." Y da gracias.
¿Y ahora vas a llorar? ¿Qué piensas? ¿Qué esas lágrimas harán que el engaño pasado vuelva a florecer para volver a vivir en tu falsa realidad? Está bien. Llora hoy, y olvida tus lágrimas mañana. Porque, nuevamente, lo has conseguido.
*Donoso, gracias.
La estación
Soñado por M a las 0:38 1 comentarios9.09.2011
[...] Permanecen en el recinto de la casa del amigo, donde está la piscina y los niños aún aprovechan sus últimos días de verano entre zambullidas. La noche fue larga, pero dejó paso al mejor día. No caminan por el lado de portales; no, no quieren ser vistos; sino por la zona reservada para coches. Caminan por la carretera trasera. Entonces él la abraza, y ella también, y comienzan a besar el momento. No creyó que volvería a probar aquellos labios. Pensaba que aquella vez fue cosa del pasado, un espejismo en sus vidas. Y allí estaba de nuevo, a centímetros. Mientras, observaba su sonrisa entre cada beso y aquellos cerrados párpados que tan ansiaban vivir el momento. Pero.. bueno, tan solo se trata de un sueño.
7:23AM
El sonido del despertador resuena en su cabeza. Manecillas aún vibrantes le alejan de aquella carretera, y de aquellos labios. Por un momento siente nostalgia. Lamenta soñar si no puede quedar atrapado en sueños. Simula que ella son sus frías sábanas, y entrelaza su cuerpo con ese frío.
Pero no. Debe levantarse ya. Se incorpora en su cama, y desde su nueva posición observa sus pies rozando el helado suelo. Un suelo que le recuerda que es diciembre. Acaba su fase de trance en el camino hacia la cocina. Sale del dormitorio de aquel piso alquilado, y deja atrás su cama, aún sin hacer. La única conexión hacia otro mundo, quizás, soñado. Prepara un poco de café, como es costumbre y mientras revisa sus pensamientos. El tren sale a las ocho.
7:30AM
De nuevo, entra en su dormitorio. Observa la maleta gris colocada estratégicamente contra la pared. En perfecto equilibrio permaneció durante toda la noche. Ella no se derrumbaría, en cambio, el equilibrio de él no era tan perfecto. Pero quizás encuentre estabilidad pronto. Coge los habituales vaqueros que descansan sobre el respaldo de la silla. Seguidos de éstos, está su habitual camiseta blanca. Coge una sudadera más cálida del pomo de su puerta. Termina de vestirse y firma su atuendo con unas gastadas converse negras.
7:46AM
El iluminado botón de disponible dio lugar al de ocupado al presionar el mecanismo de llamada. Apoya nuevamente su maleta gris contra la pared del rellano. "Pesa demasiado. Lógico. Llevo una vida en una maleta." Recuerda los últimos días vividos. Las despedidas con los amigos, y familiares. Lamentablemente, no pudo despedirse de ella. No se encuentra en la ciudad, y volvería al día siguiente. Cuando él ya no estaría. La luz del ascensor ya es visible a través del translúcido cristal. Un poderoso estruendo provoca el eco entre las plantas del edificio. Observa, aterrado, detrás de él. La maleta se ha caído.
7:55AM
Saca el tícket de ida. Recoge los céntimos que la máquina escupió, y se dirige al andén. Los pensamientos del rellano se amplifican. E intenta recordar todo con exactitud. Todo lo que ha vivido en aquella ciudad. Aquellas calles que atravesó, de día y de noche, solo y acompañado. Aquellos parques que jamás volvería ver rebosar de felicidad. Aquellos árboles que lucían cada día de manera de distinta. El olor que provoca la acelerada multitud. El olor de los sueños. También imagina la cantidad de personas que habrían abandonado aquella ciudad al igual que él. Con una maleta, y un futuro incierto. Él tan solo es uno más.
8:00AM
Ya está sentado en el que será su compañero durante las próximas seis horas. Junto a la ventanilla, mira con nostalgia lo que son los últimos metros de lo que es su vida. Sus parpados parecen cansarse, y comienza a entrecerrar los ojos. Personas continúan entrando en su vagón y sentándose cerca de él. Murmuran y ríen. Esas risas nerviosas de la temprana mañana, en las que te ríes por no llorar. Sus ojos alcanzan a ver al último joven que entra al vagón cuando por fin se cierran. La misma oscuridad que encuentra en su cama, la tiene en aquel asiento. Al perder visión, no amplifica el sentido auditivo, al contrario, se sume en el silencio. El tren cierra sus puertas. Su futuro ya está decidido, pero él, no lo sabe. Duerme. Y entre esa oscuridad, comienzan a subyacer imágenes. Mira sus pies. Converse negras pisan una carretera. Entonces mira al frente. "Hola de nuevo", sonríe ella.
Palíndromo
Soñado por M a las 23:11 0 comentarios9.04.2011
Somos dos; y somos uno. Somos el anhelo, la añoranza de un futuro mejor. Somos la paz, la tranquilidad. Somos lo que amamos. Somos nuestros impedimentos. Soy el tiempo, y tú esa distancia. Somos nuestros textos y palabras. Somos nuestras historias. Somos nuestras menciones e indirectas en blog's. Somos los protagonistas. Los secundarios, la trama y el reparto. Eres la música, y yo soy los créditos que invierten la gravedad. Somos ese deseo de volver a vernos. Somos los silencios. Somos los susurros a centímetros. Somos esas aspiraciones de oxígeno que expulsa el otro. Somos ese momento en que acaba la película, y pasan los minutos y piensas "no...". Somos esas manos. Esos brazos y ese vello que se erizado. Esos latidos bombeando en el mismo sentido. Somos la envidia y el deseo. Somos lo prohibido. Somos esa historia que miles de escritores se mueren por contar. Somos ese cuento vivido. Esa historia que jamás creerán que sucedió. Somos inmortales. Somos esas almas que se escaparon para estar juntas. Y lo consiguieron. Somos esas almas buscadas por Dioses para devolvernos a lo común. Somos lo que salió del margen de mi libreta. Somos mis sueños hechos realidad. Somos tus pensamientos jamás imaginados. Somos un sentimiento, y los somos todos. Pero, ante todo, somos infinitos. ∞
El último baile.
Soñado por M a las 23:27 1 comentarios8.31.2011
Él se acaba de sentar en la primera silla que estuvo a su alcance. Lleva horas bailando, y los pies le van a matar. A pesar de que habitúa a llevar ese tipo de calzado, que no van más allá de aquellos impolutos mocasines negros, esta vez no podía con ellos. Sus piernas, aún cargadas de tanto movimiento, claman que el hombre no se mueva de ahí en unos minutos, o ellas dimitirían. Está agotado.
Pero tan solo es físicamente.
Desde hace unos meses es el hombre más feliz del mundo. Nunca depositó mucha creencia en aquello de que para encontrar la felicidad, es necesaria tu otra mitad; pero desde hacía esos meses no lo veía así. Encontró a la mujer perfecta. Y aunque, ya la conocía desde hace muchos años, y siempre la vio de la misma manera, había logrado que ella cambiase su posición de rechazo, para dar paso a una más receptora. Quizás era el hecho de que, hasta hace esos meses, era viuda. Su ex-marido era un combatiente de guerra, y no se sabía nada de él desde su envío a la última misión. Superiores, temiendo lo peor, dieron el aviso de que éste había fallecido en combate, y comunicaron esta incierta noticia a su mujer. Ella, desolada, busca consuelo en el hombro más cercano, que es él. Y bueno, él tras esos años detrás de ella, no puede rechazarla y acepta ser ese hombro tan necesitado. Pasan los días y ella cambia ese hombro, por un nuevo posible marido, aunque nuestra historia aún no alcanzó ese punto.
- Venga, Morrison, ¿dónde ha quedado tu primer puesto en el salón de baile? - se escucha entre la multitud
que aún se contonea.
- ¡Oh no! ¡No puedo más! ¡Otra vez será, viejo amigo! - responde nuestro protagonista.
Ella se acerca a él. Y, sin sentarse, le pregunta qué tal está. Él responde la verdad, "tan solo un poco cansado, cielo", y ambos intercambian un beso de complicidad. Él sonríe. Es feliz. Se ha acostumbrado pronto a esa felicidad sientes cuando todo está bien. Todo gira en un mismo sentido, y nada intenta cambiar el rumbo de las cosas. Para él, el sufrimiento es cosa del pasado. Ahora es su momento, en esa fiesta y en esos pasos de baile.
Un golpe supera el de la propia música. El golpe de una puerta abriéndose bruscamente al fondo de la habitación. El público asistente a la fiesta, deja de bailar para fijar su atención a la procedencia de este golpe. Todos enmudecen, y la música no es una excepción. Del umbral de la puerta emerge una silueta, aún sin rostro. Espectadores atónitos esperan a que este aguafiestas se muestre, aunque él no hace otra cosa que esperar aún en esa puerta. Pronto, comienza a dar pasos firmes por la sala, acercándose a la multitud. No, acercándose a ella. Y cuando aquellas luces, guiadas por invisibles ángeles, apuntan hacia la cara de nuestro intruso, un rostro salió a la luz. Era nuestro otro "él". El combatiente muerto.
Y entonces, las bombas explotaron en aquel laberinto de cristales, haciendo estallar todos éstos en mil pedazos; produciéndose un ruido ensordecedor. Como el que siente nuestro protagonista llegados a este punto en su interior.
Ella aún continúa junto a la silla de Morrison. El tiempo se ha detenido. Todo se ha parado. Excepto aquellos corazones, que parecieron confundir el estado del tiempo y luchar en su contra: acelerándose. Entonces sucede una de esas situaciones en que todo pasa demasiado rápido. Estas situaciones que pasan en segundos, y un amigo te cuenta durante minutos, e incluso horas. Eterno para contar, intenso para sentir.
Nuestro protagonista teme. Ella está confundida. Él amando el regreso. Ella corre hacia él. Él corre hacia ella. Ellos se encuentran en un abrazo. El abrazo dejó paso al beso. Ellos se aman. Ellos vuelven. Sus sentimientos vuelven. Lágrimas florecen de los ojos de ella, y miradas atónitas resurgen de los invitados. Y, entre tanta alegría de regreso, tanto amor, tantas horas pérdidas que ahora se recuperarían, Morrison se rompe.
Pero tan solo es físicamente.
Desde hace unos meses es el hombre más feliz del mundo. Nunca depositó mucha creencia en aquello de que para encontrar la felicidad, es necesaria tu otra mitad; pero desde hacía esos meses no lo veía así. Encontró a la mujer perfecta. Y aunque, ya la conocía desde hace muchos años, y siempre la vio de la misma manera, había logrado que ella cambiase su posición de rechazo, para dar paso a una más receptora. Quizás era el hecho de que, hasta hace esos meses, era viuda. Su ex-marido era un combatiente de guerra, y no se sabía nada de él desde su envío a la última misión. Superiores, temiendo lo peor, dieron el aviso de que éste había fallecido en combate, y comunicaron esta incierta noticia a su mujer. Ella, desolada, busca consuelo en el hombro más cercano, que es él. Y bueno, él tras esos años detrás de ella, no puede rechazarla y acepta ser ese hombro tan necesitado. Pasan los días y ella cambia ese hombro, por un nuevo posible marido, aunque nuestra historia aún no alcanzó ese punto.
- Venga, Morrison, ¿dónde ha quedado tu primer puesto en el salón de baile? - se escucha entre la multitud
que aún se contonea.
- ¡Oh no! ¡No puedo más! ¡Otra vez será, viejo amigo! - responde nuestro protagonista.
Ella se acerca a él. Y, sin sentarse, le pregunta qué tal está. Él responde la verdad, "tan solo un poco cansado, cielo", y ambos intercambian un beso de complicidad. Él sonríe. Es feliz. Se ha acostumbrado pronto a esa felicidad sientes cuando todo está bien. Todo gira en un mismo sentido, y nada intenta cambiar el rumbo de las cosas. Para él, el sufrimiento es cosa del pasado. Ahora es su momento, en esa fiesta y en esos pasos de baile.
Un golpe supera el de la propia música. El golpe de una puerta abriéndose bruscamente al fondo de la habitación. El público asistente a la fiesta, deja de bailar para fijar su atención a la procedencia de este golpe. Todos enmudecen, y la música no es una excepción. Del umbral de la puerta emerge una silueta, aún sin rostro. Espectadores atónitos esperan a que este aguafiestas se muestre, aunque él no hace otra cosa que esperar aún en esa puerta. Pronto, comienza a dar pasos firmes por la sala, acercándose a la multitud. No, acercándose a ella. Y cuando aquellas luces, guiadas por invisibles ángeles, apuntan hacia la cara de nuestro intruso, un rostro salió a la luz. Era nuestro otro "él". El combatiente muerto.
Y entonces, las bombas explotaron en aquel laberinto de cristales, haciendo estallar todos éstos en mil pedazos; produciéndose un ruido ensordecedor. Como el que siente nuestro protagonista llegados a este punto en su interior.
Ella aún continúa junto a la silla de Morrison. El tiempo se ha detenido. Todo se ha parado. Excepto aquellos corazones, que parecieron confundir el estado del tiempo y luchar en su contra: acelerándose. Entonces sucede una de esas situaciones en que todo pasa demasiado rápido. Estas situaciones que pasan en segundos, y un amigo te cuenta durante minutos, e incluso horas. Eterno para contar, intenso para sentir.
Nuestro protagonista teme. Ella está confundida. Él amando el regreso. Ella corre hacia él. Él corre hacia ella. Ellos se encuentran en un abrazo. El abrazo dejó paso al beso. Ellos se aman. Ellos vuelven. Sus sentimientos vuelven. Lágrimas florecen de los ojos de ella, y miradas atónitas resurgen de los invitados. Y, entre tanta alegría de regreso, tanto amor, tantas horas pérdidas que ahora se recuperarían, Morrison se rompe.
Yo.
Soñado por M a las 23:04 0 comentarios8.29.2011
Necesito que algo siempre me recuerde quién soy. Ya sea un escrito, una camisa, un símbolo o una canción. Durante un tiempo pensé que sería capaz de recordar quién era en cada momento. Tomar las riendas de todo, y actuar en consecuencia. Pero me di cuenta de que no. Quiero decir, sé quien soy en cada momento que pasa, pero olvido aquellos sentimientos que hicieron sentirme Yo. Alcancé un estado de bienestar que pocos sueñan, y en ese momento hubo un conjunto de cosas que me abrazaron. Esas cosas, son las que me recuerdan qué sentí. Aquel momento en que noté elevarme por el cielo más alto que otros. Y entonces, aquel perfecto conjunto se rompe, y cada cosa se va por su lugar. Jamás se encontrarán de nuevo, pero puedo ir encontrando estas cosas poco a poco otra vez. A medida que las vuelvo a encontrar, vuelvo a sentir un mínimo de aquello que sentí, y entonces acabo resumiendo todos mis pensamientos en este texto.
En aquella frase, que aún tengo grabada a fuego: "mm.. pues echa una foto", y una risa escapó de tus labios...
En aquella frase, que aún tengo grabada a fuego: "mm.. pues echa una foto", y una risa escapó de tus labios...
Por cada roce, un nuevo mundo.
Soñado por M a las 21:33 0 comentarios8.25.2011
Imagina que por un momento, que te has trasladado en el espacio y en el tiempo. Pero un poquito tan solo. Estás en Granada, y es el año 1927. Caminas por las pedregosas calles de la Granada de la época, y a medida que desciendes por una callejuela, absorto en tus pensamientos, vislumbras una multitud que se congrega en la desembocadura de ésta. Rodean a algún personaje, y eres capaz de visualizar que todos ellos le elogian o hacen algún tipo de pregunta. Nuestro personaje avanza dificultosamente entre las decenas de pies que impiden su paso. Entonces decides acercarte, pero no mucho, no quieres mezclarte con toda esa panda de enfervorecidos sin tener un motivo. Y entonces, todos se marchan pasado un rato, y tan solo son dos mujeres las que se quedan en torno a nuestra figura. Y le ves. Federico García Lorca.
Chocas contra la realidad. Como persona del 2011 transportada al 1927, lo primero que piensas es "Hostias, Lorca". Parálisis aflora de entre tus piernas impidiendo todo acercamiento a él. ¿Qué le dirás? ¿Estarás preparado para hablar con alguien tan importante como él? ¿Por qué querrías acercarte? Hay muchas preguntas en el aire, y poco a poco se van filtrando a través de tu nariz hasta llegar a tu cerebro y sembrarte esas dudas. Comienzas a andar. Más que andar, a vacilar. Y entre pasos torpes y perezosos, alcanzas su posición. Sabes que estás frente a él, y que él ya puede verte y tranquilamente tomar su primera impresión de ti. Es un momento vital.
Entonces esas dos señoras que atosigaban a preguntas, se marcharon entre mudas sonrisas, aún ruborizadas por las cosas que el poeta pudo decirles. Y es tu turno. Intercambio de miradas poco generoso de primeras, y entonces decides presentarte y preguntarle algo que muchas personas ya le preguntaron, pero bueno, quieres ir más allá de las típicas preguntas. "¿De dónde sacas la inspiración?"
Ambos camináis por la Granada del 27 charlando sobre algunas cosas de mayor o menor importancia. Eso no importa en este texto. Lo que importa es que has estado frente a la persona más minuciosa que probablemente te topes en tu vida. Sabes que cualquier mínimo gesto por tu parte, o pregunta estúpida puede tacharte de bobo, o idiota, y conseguir que tu tan admirado personaje te ignore hasta la saciedad. Por eso debiste tener cuidado. Pensaste que cualquier pensamiento que tuvieras y le transmitieras, podía haberle cambiado el suyo propio, y que este cambio de pensamiento en el escritor hubiera desencadenado en el más hermosos de los poemas escritos por éste.
Has tenido miedo, pero lo has hecho bien.
Supongo que quizás es así como te sientes al pasar momentos conmigo. Sabes que de la mínima muestra de cariño que me proporciones puedo desencadenar fuertes hipérboles, o metáforas, simplemente por el hecho de que no percibo las cosas como otras personas las sienten. Voy más allá, pienso en la función que lleva a cabo tu sistema nervioso para levantar tu brazo en ese momento y realizar un encuentro con el mío. Fue un acto voluntario, ofrecido por ti para mí.
No soy un Lorca, ni un Neruda al que debas admirar. Simplemente soy un minucioso más que se atreve en esto de la escritura para complacerte y llenar cada espacio vacío que sientas en la mañana.
Dedujiste que tú serías la que me alimentaría de palabras,
y acertaste;
pero en cambio,
tú cumpliste también tu parte de latir para mí.
Mones onu.
Soñado por M a las 2:58 1 comentarios“Pues al escribir no te dejes influenciar por si enganchará a tus lectores o no. Piensa que no hay nadie ahí fuera que te lea. Y que tú eres el único dueño de tus palabras. Que cuando tú lo lees una y otra vez sepas qué es lo que sientes. Y quizás entonces, cuando alguna persona lo lea, le gusta porque se sienta identificada, o simplemente... porque le cause profundidad.”
17 de Agosto
Soñado por M a las 4:04 0 comentarios8.19.2011
11 años después.
Revisando viejas libretas, encuentra una. El libro verde – piensa. Hace años que no sé de él, ni de su contenido. Supongo que será gracioso echar un vistazo. ¡Oh sí! Recuerdo aquella época. Podría haber escrito cualquier cosa que me hubiera pasado. Haberla descrito con tal precisión y midiendo con tal exactitud las palabras, que hasta un robot habría sentido amor en mis palabras. Podría haber resuelto guerras, reconciliado enemigos, y separado a hermanos si en mi pluma hubieran estado mis pensamientos. Pero recuerdo que no hice nada de eso, y que me limité a escribirme. Y no lo escribía para mí, ni tampoco para ellos. Lo escribía para la tercera persona del singular en femenino. Porque era todo lo que ambos necesitábamos; porque ambos lo queríamos y hasta ese momento, no nos habíamos dado cuenta realmente del valor de las palabras. Abre una de las páginas del verde, y encuentra uno. El ocho. Ya ha habido un ocho, pero este era distinto, era de su libreta. Entonces, comienza a leer...
*Estimado lector: antes de comenzar su lectura debo advertirle que este texto, no es como otro anterior. Este texto está medido. Quiero decir, cada palabra de cada frase de este texto está elegida con total precisión. En algunos casos, encontrarás frases de dudoso significado (desordenadas...), no es para otra cosa más que conseguir la atención del lector. Cierra todos los programas de tu ordenador, y céntrate en el texto.
Él yace sobre su lecho. Está exhausto, tuvo los sueños más extraños e insólitos de su corta vida, y no fueron de su agrado. No quería volver a sumergirse en el mundo de los sueños. Se reafirma en su cama, y enciende de nuevo el móvil. Conecta el aparato a alguna red social, y husmea entre las almas que permanecen acechando en la noche conectados, buscándola a ella. Una vez más, su ausencia hace notable la lista. Aunque hubiera vislumbrado su nombre entre tantos, no habría sabido qué decir, o qué contarle. Pero... no importaba. En otro nombre, desahoga su mente, diciendo: “me gustaría; no, necesito verla mañana, o... que me llame ahora”. Deambula aún titubeante por la habitación, cuando la música invade cada recóndito espacio. “Untitled#10”, piensa. “Nunca dejará de erizarme.” Un nuevo mensaje llega a su buzón. El escrito por el que habría renunciado a algo con tal de leerlo.
Juntos seleccionan de entre tantas alguna película, no es la película lo que hay que ver. Al comienzo de ésta, el intercambio de palabras entre ambos era notable. La necesidad de escuchar las cuerdas del otro era deseo, y era imprescindible el uso de ellas en este momento. De esta manera, fueron transcurriendo los pocos minutos que hacían necesaria esta fase, para adentrarse en una nueva. Poco a poco los silencios van siendo más comunes. Aunque no solo dominan los silencios. Poco a poco, vamos sincronizando nuestros parpadeos, pues ya dejamos de hacerlos. Cerramos los ojos para ver lo que no se ve, y nuestros globos oculares se han trasladado ahora hasta las yemas de nuestros de nuestros. Y vienes a mí en el mejor momento para susurrarme las palabras prohibidas. Las mismas que unieron a personas, y las alejaron; por las que vivieron y por las que mataron. Y entre suspiros, me aferro más a ti. Mis susurros preguntan si es un sueño lo transcurrido. Pues me estaría equivocando en lo de no querer volver a soñar. Pellizcas. Tus dedos se caen por mi cuello, haciéndome vivir la realidad. Aunque no pueda verte, sé que estás sonriendo. E imagino la inmensa curvatura de la que tanto me enamoré. La más sincera que hayan podido ver mis ojos. Y sonrío junto a ti. Tu sonrisa separa el Mundo. Tu mano, ahora convertida en gaviota, se posa sobre la más cercana rama: mi pecho. Mi corazón. Y concentras tu sentir en mis latidos. Respiro más profundamente, para que sientas como mi tórax es invadido. Aquellas partículas del aire, ahora disfrazadas de guerreras que penetran en mi ser, asaltando el castillo llamado pulmón, y, temiendo la derrota, abandonan de nuevo cada yarda despacio, para volver a dejar sitio a nuevos combatientes. Para que sientas vida. Para que sientas Mi Vida. La tienes ahora en tus manos. Cada susurro brindado, ha sido regalado gracias a eso que ahora bombea para ti a mil. Apartemos el pensar, para comenzar a sentir.
Límite de tiempo cumplido, piensa. No es felicidad lo que sienten nuestros personajes llegados a este punto de la historia. Una vez cerrada la puerta, vuelve sobre sus pasos. Los pensamientos se alejaron de su cabeza, para dejarle paso a un sentimiento de felicidad que recubriría todas las partes de su cuerpo; incluida mente. Atraviesa el umbral de la puerta, cabizbajo. Y al levantar la mirada y dirigirla de manera global a la habitación, visualiza el espacio, en el que hace pocos minutos, había transcurrido todo. Aún están las almohadas en su sitio... Desde el mismo marco de la puerta, observa ese lugar, ahora, mágico.
En cada latido, vivimos. En cada caricia, morimos.
#Prohibido
Soñado por M a las 16:04 0 comentarios8.17.2011
Me cuesta creer que algún día todas estas palabras caerán en el olvido. Jamás serán leídas por nadie, y jamás volverán a ser escritas. Los blog’s serán cerrados, las libretas desahuciadas y los bolígrafos pisoteados. Moriré, y junto a mí morirán cientos de palabras que formarían algunos textos de vital sentido para mi existencia. Cada palabra fue un sentimiento en este mundo de papel. Y es que tan solo lee esto apenas una persona, más los que curioseen esta libreta. Pero siento que es todo lo que necesito para sentirme lleno.
Y es que son días raros en nuestras vidas. Tú estás por estar, y yo estoy loco por verte cada segundo que pasa. Anhelo tu presencia, tus miradas, tus caricias, tu olor y nuestros roces. Quiero que cada día atravieses esa puerta que me separa del Mundo, y te sientes junto a mí, apoyando tu cabeza sobre mi delgado hombro. Que pasemos todas las tardes juntos sin importarnos lo rápido o lo lento que pase el tiempo. Que luchemos contra viento y marea... pero siempre juntos. Venceremos al tiempo que tanto se nos ha escapado. Pero nunca más.
No pido más que no te alejes de mí, y que te dejes llevar. No hay más impedimentos que los que tú te marques. Eres mi musa, y necesito alimentarte de palabras. Es lo que quiero, y es lo que necesitas. Déjame seguir escribiendo cada hermoso verso de mi puño para ti. Recíbelo, y guárdalo en tu corazón. Porque ahora es tuyo. No; nuestro. Dos corazones con un latir. Un mismo tic tac que perdió la cuenta de cada latido
malgastado.
Late para mí, y te alimentaré de mis palabras.
Back Home.
Soñado por M a las 2:35 0 comentarios8.01.2011
Quizás esta sea la entrada más arbitraria que redacto. Hace tiempo ya que no escribo, y sigo sin tener ganas de publicar más aquí, pero esta tenía que hacerla. Me lo estaba pidiendo a gritos desde el momento en que lo pensé.
- ¿Qué hora es? - pregunta.
- Las diez y media - respondo.
- ¡¡ No me jodas, tenemos que salir ya !!
Recogimos todas las marañas de cables en un tiempo record, y echamos a correr. Es tarde, no nos va a dar tiempo de llegar, y estamos más lejos que nunca. Pero tenemos que intentarlo.
Solos, él y yo, corriendo por todas las calles, saltando los obstáculos y esquivando a decenas de personas que nos miran con perplejidad. "Ellos no entienden nada", pienso. Pero tenemos que seguir corriendo. Da igual lo que pase, tenemos que llegar.
Evaluamos todos los caminos para llegar cuanto antes. Pronto, él piensa la ruta más corta. Al llegar a un cruce, me dice:
- Si cojo este camino, llegaré más rápido, y quién sabe, puede que llegue a tiempo.
Le miro, y sonrío. No creo que llegue, pero aún así asiento, y le choco el puño, es nuestra despedida. Tan pronto como se da la vuelta, veo que echa a correr, y entonces exclamo "¡Suerte!". Sé que desearle eso no servirá de nada, pero quizás pueda dar un paso más gracias a mi aliento.
Llevábamos veinte minutos corriendo. Corrimos hasta que nuestros corazones bombearon más que sangre, pero ahora me encontraba caminando solo, sin prisas. Aún con el corazón sobre excitado, y las piernas cargadas, esperando algún otro sprint, continúo mi camino hacia casa. Estoy sudando, pero no importa. Cruzo un paso de peatones, como otro cualquiera, y entonces continúo caminando. Al cruzar la esquina, veo a dónde he llegado.
Otra vez estoy aquí. Pero esta vez solo. Ya he tomado este camino solo y acompañado más veces desde aquel momento, pero esta vez se repetía de manera distinta.
Mi ritmo se frena por completo, y comienzo a caminar de una forma totalmente distinta a la que hacía antes. Ahora no tengo ninguna prisa por llegar, prefiero saborear este momento, pues será, como no, único. Cierro los ojos. Quiero sentir lo que tú sentiste aquel día... pero antes de cerrarlos, miro de reojo a mi izquierda. No estás ahí.
Negro. Todo lo que antes eran plantas, mesas, y sillas de bar, farolas, cielo y Mundo, ahora es Negro. Camino pese a no ver absolutamente nada. Aprieto fuerte mi mano izquierda como si estuvieras aquí, conmigo. Sé que no estás, pero me gusta imaginar que me equivoco.
Ya llevo caminados más de veinte pasos, y entonces lo siento. Estás aquí, y estás conmigo. Aprieto aún más fuerte mi mano, y entre silencios, susurro tu nombre. En aquel instante habría apostado a que me contestarías, rozando mi corazón, un "¿Qué?", y entonces te habría mirado, y estarías con tu habitual curvatura de labios, y tus ojos clavados en mi, esperando a ver qué hago, o qué digo. Me gusta que me mires, porque, aunque no pueda contenerte la mirada más de un segundo, sé que en ese momento estás pensando en mí. Al igual que yo lo hago en ti.
Y entonces abro los ojos.
El Mundo sigue ahí.
Y tú, no estás.
Otra vez estoy aquí. Pero esta vez solo. Ya he tomado este camino solo y acompañado más veces desde aquel momento, pero esta vez se repetía de manera distinta.
Mi ritmo se frena por completo, y comienzo a caminar de una forma totalmente distinta a la que hacía antes. Ahora no tengo ninguna prisa por llegar, prefiero saborear este momento, pues será, como no, único. Cierro los ojos. Quiero sentir lo que tú sentiste aquel día... pero antes de cerrarlos, miro de reojo a mi izquierda. No estás ahí.
Negro. Todo lo que antes eran plantas, mesas, y sillas de bar, farolas, cielo y Mundo, ahora es Negro. Camino pese a no ver absolutamente nada. Aprieto fuerte mi mano izquierda como si estuvieras aquí, conmigo. Sé que no estás, pero me gusta imaginar que me equivoco.
Ya llevo caminados más de veinte pasos, y entonces lo siento. Estás aquí, y estás conmigo. Aprieto aún más fuerte mi mano, y entre silencios, susurro tu nombre. En aquel instante habría apostado a que me contestarías, rozando mi corazón, un "¿Qué?", y entonces te habría mirado, y estarías con tu habitual curvatura de labios, y tus ojos clavados en mi, esperando a ver qué hago, o qué digo. Me gusta que me mires, porque, aunque no pueda contenerte la mirada más de un segundo, sé que en ese momento estás pensando en mí. Al igual que yo lo hago en ti.
Y entonces abro los ojos.
El Mundo sigue ahí.
Y tú, no estás.
When..
Soñado por M a las 2:34 0 comentarios7.14.2011
Cuando tú duermes, yo estoy allí. Mirándote. Junto a tu cama, en los pies, de pie. Tú intentas conciliar el sueño, evadiéndote de tus pensamientos más profundos. Das vueltas en la cama durante horas, siempre de izquierda a derecha, buscando la postura perfecta. No la postura perfecta para tu comodidad, sino la postura perfecta para olvidar. Dificilmente la encuentras, pero siempre acabas encontrándola. Y yo, en vez de dormir, te observo. Ansío poder tumbarme junto a ti en esta noche. Abrazarte, y juntos olvidar. Pero no estoy allí.
Cuando tú duermes, yo estoy aquí. Tumbado. En aquella solitaria habitación, tumbado. Intento conciliar el sueño, evadiéndome de mis pensamientos más íntimos. Doy vueltas durante eónes, siempre de derecha a izquierda, buscando la postura perfecta. No la postura perfecta para mi comodidad, sino la postura perfecta para olvidar. Y nunca la encuentro. Muchas noches sin dormir. Y tú, en vez de dormir, piensas. Te encuentras como yo. Quizás no de la misma manera, pero sí jodida. Anhelo tu olor, y tus abrazos repentinos, y tus miradas, a pesar de no poder contemplar éstas más de un segundo, por vergüenza. Eres aire, pero no estás aquí.
Cuando nosotros dormimos, el Mundo sigue ahí. Nunca para. Siempre sigue hacia delante. Con sus millones de personas, y sus millones de sentimientos. Sus millones de átomos y moléculas que forman la vida. Millones de animales continúan cazando; millones de niños continúan naciendo; y millones de ancianos y no tan ancianos continúan muriendo en esta espiral de la vida. El Mundo continúa girando para todos. Pero, ¿y para nosotros?
Cuando nosotros sentimos, el Mundo se para. Se para para nosotros. Para que podamos olvidar que todo continúa girando tras nosotros. Para que podamos saber, que estamos en otro Mundo. Cuando juntamos nuestras mandos, la vida se detiene. Mi vida se detiene. Palabras bloqueadas, ritmos arrítmicos en mi pecho, y tinta por mis venas. Para escribir los millones de textos que escribiría en ese momento. Todos para ti. ♥
Cuando nosotros recibimos un mensaje, explotamos.
Cuando nosotros vemos una foto del otro, explotamos.
Cuando nosotros escuchamos su nombre, explotamos.
Cuando nosotros pensamos, explotamos.
Cuando nosotros no pensamos, explotamos.
Cuando explotemos, estaremos juntos.
Cuando tú duermes, yo estoy aquí. Tumbado. En aquella solitaria habitación, tumbado. Intento conciliar el sueño, evadiéndome de mis pensamientos más íntimos. Doy vueltas durante eónes, siempre de derecha a izquierda, buscando la postura perfecta. No la postura perfecta para mi comodidad, sino la postura perfecta para olvidar. Y nunca la encuentro. Muchas noches sin dormir. Y tú, en vez de dormir, piensas. Te encuentras como yo. Quizás no de la misma manera, pero sí jodida. Anhelo tu olor, y tus abrazos repentinos, y tus miradas, a pesar de no poder contemplar éstas más de un segundo, por vergüenza. Eres aire, pero no estás aquí.
Cuando nosotros dormimos, el Mundo sigue ahí. Nunca para. Siempre sigue hacia delante. Con sus millones de personas, y sus millones de sentimientos. Sus millones de átomos y moléculas que forman la vida. Millones de animales continúan cazando; millones de niños continúan naciendo; y millones de ancianos y no tan ancianos continúan muriendo en esta espiral de la vida. El Mundo continúa girando para todos. Pero, ¿y para nosotros?
Cuando nosotros sentimos, el Mundo se para. Se para para nosotros. Para que podamos olvidar que todo continúa girando tras nosotros. Para que podamos saber, que estamos en otro Mundo. Cuando juntamos nuestras mandos, la vida se detiene. Mi vida se detiene. Palabras bloqueadas, ritmos arrítmicos en mi pecho, y tinta por mis venas. Para escribir los millones de textos que escribiría en ese momento. Todos para ti. ♥
Cuando nosotros recibimos un mensaje, explotamos.
Cuando nosotros vemos una foto del otro, explotamos.
Cuando nosotros escuchamos su nombre, explotamos.
Cuando nosotros pensamos, explotamos.
Cuando nosotros no pensamos, explotamos.
Cuando explotemos, estaremos juntos.
Hazte Caso.
Soñado por M a las 12:19 0 comentarios7.11.2011
Comenzar a leer y saber que es un texto mío por la manera de escribir. ¿Los echabas de menos?
Despertarte otra mañana y saber que no estará ahí. Que será un día más sin sus palabras, y sin su agradable compañía.
Poco a poco te vas acostumbrando a esto, aunque al principio de cada día piensas si habrá algo distinto o no. Quizás haya un par de palabras que te dedique... Quizás puedas no sentirte tan vacío ese día por algo que ocurra. Aunque tienes la certeza de que eso no sucederá.
Y esto son tan solo unas palabras para hacértelo saber. Y que después de uno de tus sueños, me levanté y volví a sentir todo lo que había conseguido olvidar de golpe. Y que, además, hoy es 11.
Memories.
Soñado por M a las 22:36 0 comentarios6.02.2011
Y hoy, me hicieron la pregunta que temí responder desde hace tiempo: "¿Te acuerdas de él?".
No suelo preguntarme eso a mí mismo, pero sí es cierto que en más de una ocasión lo hice.
Recuerdo que una mañana, me levanté. Seguí con mi rutina diaria que no iba más allá del desayuno, lavarse, vestirse... y de repente, como si yo no hubiese decidido pensarlo, ese pensamiento atravesó mi mente causándome una gran parálisis. No recuerdo su voz - pensé.
¿Cómo podía haberla olvidado? Hacía ya tres años que no hablaba con él... pero tenía gran cantidad de recuerdos almacenados, y, aún así, no podía recordar su voz.
Nunca pensé que algo tan simple, y... normal pudiese llegar a afectarme tanto.
Mientras, allí me encontraba yo frente a esa pregunta formulada por alguien, no por mí. "No, apenas le recuerdo"- dije. Mentí. Claro que le recordaba, ¿cómo olvidarle? Pero... el hecho de no poder recordar su voz hacía que me sintiera tan miserable que desearía no recordar absolutamente nada de él. Le había fallado. Y es que, si no recordamos a los muertos, es como si nunca hubiesen existido.
No suelo preguntarme eso a mí mismo, pero sí es cierto que en más de una ocasión lo hice.
Recuerdo que una mañana, me levanté. Seguí con mi rutina diaria que no iba más allá del desayuno, lavarse, vestirse... y de repente, como si yo no hubiese decidido pensarlo, ese pensamiento atravesó mi mente causándome una gran parálisis. No recuerdo su voz - pensé.
¿Cómo podía haberla olvidado? Hacía ya tres años que no hablaba con él... pero tenía gran cantidad de recuerdos almacenados, y, aún así, no podía recordar su voz.
Nunca pensé que algo tan simple, y... normal pudiese llegar a afectarme tanto.
Mientras, allí me encontraba yo frente a esa pregunta formulada por alguien, no por mí. "No, apenas le recuerdo"- dije. Mentí. Claro que le recordaba, ¿cómo olvidarle? Pero... el hecho de no poder recordar su voz hacía que me sintiera tan miserable que desearía no recordar absolutamente nada de él. Le había fallado. Y es que, si no recordamos a los muertos, es como si nunca hubiesen existido.
.atraC
Soñado por M a las 1:15 0 comentarios5.29.2011
Querida X,
No sé si sigues estando, o si esto se ha quedado pillado... o yo que sé. A estas alturas pensarás que soy idiota por seguir rayándome así cuando te vas, pero es que yo que sé. Quería compensar esta noche la mierda de hoy. Quería que te fueras a dormir en una nube. Quería decirte cien mil cosas. Quise llamarte, aunque tú no quisieras. Aunque después no supiera qué decirte, y me limitara a decir "cuéntame algo". Quise contarte un millar de historias. En las que tú, yo, nosotros fuéramos los protagonistas, y la historia, ya la iríamos escribiendo. Quise darte todo eso, y no supe darte ni una de estas frases.
Y es que ya no sé ni lo que quiero. Ni lo que siento. No sé nada. Solo sé que sí, que tengo que hacer muchas cosas aún. Que tengo miles de textos por escribir aún, pero no sé cuántos más hablarán de ti. Que tengo miles de canciones que componer, pero no sé cuántas irán hacia tí. Que no sé si algún día te hartarás de leerlos. Que también pienso que me da igual cuando sea... Que ya no sé que más escribir en este. Que no debí escribirlo. Pero necesitaba decírtelo. Que aunque no sepa qué pensar, tengo claras varias cosas... y es que tantos esfuerzos no serán en vano. Que está cambiando mi manera de pensar hacia ti últimamente, y que supongo que esta nueva manera te beneficia con creces a ti... pero no a mí. Pero también siento que estoy conforme con pensar así, aunque es muy arriesgado y a veces tengo que romper con todo porque... joder, no es justo.
Que me voy a dormir con un mal sabor de boca esta noche... y sé que tú también. Y lo siento. Pero es que... no sé qué hacer.
Que me voy a dormir con un mal sabor de boca esta noche... y sé que tú también. Y lo siento. Pero es que... no sé qué hacer.
-M.
Un tomo más de la historia.
Soñado por M a las 17:53 0 comentarios5.21.2011
mhmmm...
Lo abres y ahí lo tienes. Uno nuevo.
Una entrada nueva escrita por ella. Haces una visión general de la entrada: observas el título, ves su extensión... y lo ojeas por encima leyendo tan solo algunas palabras. Y entonces te dignas a comenzar a leer.
Comienzas a leerlo. Piensas: "Estoy empezando a leerlo. Este, es el principio, y en poco más de medio minuto ya lo habré terminado. No sé cómo terminará, ni de qué tratará. Ese sistema de fechas nunca deja volar tu imaginación. Es totalmente aleatorio...". Y terminas de leerlo.
Con cada nuevo texto tuyo, depositas una serie de esperanzas. Algo que haga referencia a ti. Que pienses que esa palabra, palabras, frase, texto, está dirigido a ti y solo a ti. Y aunque quizás sabes que no es para ti, te imaginas que sí lo es. Y sueñas.
Con cada nuevo texto tuyo, volvemos al punto de inicio. Donde esperabamos ansiosos leer algo del otro. Viendo por dónde podría llegar a sorprendernos, qué reflexión haríamos despues de leerlo, y que nueva visión tendríamos de la otra persona.
Desnudamos nuestras almas. Nos quitamos nuestras pesadas cotas, despojamos nuestras armas y nos mostramos puros y vírgenes. Humildes como niños. Como esos niños con los ojos repletos de lágrimas visionando un regalo, aún sellado, frente a ellos. Mostramos nuestros más íntimos sentimientos mediante palabras. Y así, poco a poco, fuimos conociéndonos.
Con cada nuevo texto mío, intento sorprenderte. Sacarte una sonrisa. Que pienses, que reflexiones y.. que sueñes. Que sueñes con un mundo mejor. Lejos de toda la violencia, daño y dolor. Con tu propio mundo, que poco a poco voy modificando. Aportándote nuevas ideas, nuevos pensamientos.
Intento innovar, porque ahí reside la clave de sorprenderte. Es díficil traer algo nuevo cada día, pero lo intento.
Con cada nuevo texto mío, me siento mejor. Siento que he superado una nueva meta. Que aún no me agoté. Que no vacié toda mi fuente de inspiración en textos pasados. Que aún me queda mucho que decir. Mucho que decirte. Pensar "Joder, lo he conseguido. Pensé que aquel maldito texto perduraría para siempre en la portada del blog. Pero lo he hecho, ahora ese texto está segundo y he conseguido colocar uno nuevo ahí arriba".
Y poco a poco se irán quedando todos atrás. Todos los textos irán almacenándose en páginas antiguas. Una pequeña guía de mi vida. Más que mi vida, mis sentimientos. Porque cada vez que leo un texto, recuerdo por qué lo escribí, y cómo me sentía en ese momento. Cada texto, una página. Todas ellas formando un libro. Mi libro. Que tan solo comparto con muy poca gente. No es ningún bestseller, ni tampoco quiero que lo sea. Prefiero que una sola persona llegue a enamorarse de ellos, a que millones piensen "está bien...". Y así acaba este. Probablemente pienses ahora "Bueno, ya se acercan las últimas palabras, y ahora tendré que esperar unos días, semanas, o meses para el próximo...", no te preocupes. Habrá más.
Es bonito recordar, pero aún más soñar.
Lo abres y ahí lo tienes. Uno nuevo.
Una entrada nueva escrita por ella. Haces una visión general de la entrada: observas el título, ves su extensión... y lo ojeas por encima leyendo tan solo algunas palabras. Y entonces te dignas a comenzar a leer.
Comienzas a leerlo. Piensas: "Estoy empezando a leerlo. Este, es el principio, y en poco más de medio minuto ya lo habré terminado. No sé cómo terminará, ni de qué tratará. Ese sistema de fechas nunca deja volar tu imaginación. Es totalmente aleatorio...". Y terminas de leerlo.
Con cada nuevo texto tuyo, depositas una serie de esperanzas. Algo que haga referencia a ti. Que pienses que esa palabra, palabras, frase, texto, está dirigido a ti y solo a ti. Y aunque quizás sabes que no es para ti, te imaginas que sí lo es. Y sueñas.
Con cada nuevo texto tuyo, volvemos al punto de inicio. Donde esperabamos ansiosos leer algo del otro. Viendo por dónde podría llegar a sorprendernos, qué reflexión haríamos despues de leerlo, y que nueva visión tendríamos de la otra persona.
Desnudamos nuestras almas. Nos quitamos nuestras pesadas cotas, despojamos nuestras armas y nos mostramos puros y vírgenes. Humildes como niños. Como esos niños con los ojos repletos de lágrimas visionando un regalo, aún sellado, frente a ellos. Mostramos nuestros más íntimos sentimientos mediante palabras. Y así, poco a poco, fuimos conociéndonos.
Con cada nuevo texto mío, intento sorprenderte. Sacarte una sonrisa. Que pienses, que reflexiones y.. que sueñes. Que sueñes con un mundo mejor. Lejos de toda la violencia, daño y dolor. Con tu propio mundo, que poco a poco voy modificando. Aportándote nuevas ideas, nuevos pensamientos.
Intento innovar, porque ahí reside la clave de sorprenderte. Es díficil traer algo nuevo cada día, pero lo intento.
Con cada nuevo texto mío, me siento mejor. Siento que he superado una nueva meta. Que aún no me agoté. Que no vacié toda mi fuente de inspiración en textos pasados. Que aún me queda mucho que decir. Mucho que decirte. Pensar "Joder, lo he conseguido. Pensé que aquel maldito texto perduraría para siempre en la portada del blog. Pero lo he hecho, ahora ese texto está segundo y he conseguido colocar uno nuevo ahí arriba".
Y poco a poco se irán quedando todos atrás. Todos los textos irán almacenándose en páginas antiguas. Una pequeña guía de mi vida. Más que mi vida, mis sentimientos. Porque cada vez que leo un texto, recuerdo por qué lo escribí, y cómo me sentía en ese momento. Cada texto, una página. Todas ellas formando un libro. Mi libro. Que tan solo comparto con muy poca gente. No es ningún bestseller, ni tampoco quiero que lo sea. Prefiero que una sola persona llegue a enamorarse de ellos, a que millones piensen "está bien...". Y así acaba este. Probablemente pienses ahora "Bueno, ya se acercan las últimas palabras, y ahora tendré que esperar unos días, semanas, o meses para el próximo...", no te preocupes. Habrá más.
Es bonito recordar, pero aún más soñar.
Tiempo
Soñado por M a las 0:43 0 comentarios5.15.2011
Maravilla inexplicable.
Porque a veces deseas que el tiempo corra. Que comience a avanzar sin detenerse ni un segundo hasta llegar al momento que quieres. Piensas "jop, hoy no pasará nada...ojalá pudiera saltarme este día." Muchas veces sueles pensar eso..y otras no.
Hoy, hace unas horas, yo deseé que el tiempo se congelase para siempre. Sentados en un sofa, una tarde como otra cualquiera, pero distinta.. Solo dos personas conmigo, las más importantes de mi vida. Una, a mi izquierda, guía de mi vida, mis acciones, y una persona de la que jamás me cansaré de aprender día a día. Gracias.
A mi derecha...ella. Porque no hace falta que diga nada más. Porque ya dije muchas cosas...y no hace falta escribirlas, aunque lo quiera y desee. Incalculables caricias frente a una realidad que no está de nuestro lado. No importa.
Hace unas horas quise congelar ese momento. Vivir para siempre en esa escena. Que alguien nos tomase una foto y perdurar hasta el fin de la existencia de todo en esa foto. En ese momento. En esas manos... Tiemblo al imaginar que en un futuro no se vuelva a repetir... Temo no volver a sentir eso que sentí esos todos esos minutos que se me antojaron menos que segundos. Tengo miedo de no haber sabido aprovecharlos. A pesar de que en cada momento pensaba "Sientelo. Sientelo con todas tus fuerzas. Este momento es mío, y nadie me lo va a quitar..". Pero se acabó. Pasó a formar parte de un suceso más. Que tan solo seguirá existiendo en mi mente, y si lo quieres, también en la tuya.
Porque a veces deseas que el tiempo corra. Que comience a avanzar sin detenerse ni un segundo hasta llegar al momento que quieres. Piensas "jop, hoy no pasará nada...ojalá pudiera saltarme este día." Muchas veces sueles pensar eso..y otras no.
Hoy, hace unas horas, yo deseé que el tiempo se congelase para siempre. Sentados en un sofa, una tarde como otra cualquiera, pero distinta.. Solo dos personas conmigo, las más importantes de mi vida. Una, a mi izquierda, guía de mi vida, mis acciones, y una persona de la que jamás me cansaré de aprender día a día. Gracias.
A mi derecha...ella. Porque no hace falta que diga nada más. Porque ya dije muchas cosas...y no hace falta escribirlas, aunque lo quiera y desee. Incalculables caricias frente a una realidad que no está de nuestro lado. No importa.
Hace unas horas quise congelar ese momento. Vivir para siempre en esa escena. Que alguien nos tomase una foto y perdurar hasta el fin de la existencia de todo en esa foto. En ese momento. En esas manos... Tiemblo al imaginar que en un futuro no se vuelva a repetir... Temo no volver a sentir eso que sentí esos todos esos minutos que se me antojaron menos que segundos. Tengo miedo de no haber sabido aprovecharlos. A pesar de que en cada momento pensaba "Sientelo. Sientelo con todas tus fuerzas. Este momento es mío, y nadie me lo va a quitar..". Pero se acabó. Pasó a formar parte de un suceso más. Que tan solo seguirá existiendo en mi mente, y si lo quieres, también en la tuya.
Fate.
Soñado por M a las 23:51 0 comentarios5.05.2011
Porque es cuando estoy más solo, y tengo más tiempo para pensar y...pensar más. Porque en esa soledad, mi soledad, solo Yo soy el Señor y el esclavo de esos pensamientos. El vencedor y el vencido. El día, y la noche... El gato y el ratón. Porque estos días.. No: porque estas noches no comparto mi soledad con tu dulce compañía. Porque quiero. Porque no quiero. Porque te quiero.
Porque no había escrito este texto. Porque ya estaba adentrándome en tus sueños cuando se me ocurrió escribirlo. Porque de no haber pisado ese bolígrafo del suelo junto a mi cama, no habría sabido que ahí había un bolígrafo. Porque al saberlo, encendí la luz y pensé que "si no hay una libreta en la mesa, no lo escribo". Porque todo esto estaba ahí por algo. El crujido del bolígrafo al pisarlo...y la libreta solitaria entre montones de ropa.
Porque no es azar. Porque es el destino. Nuestro destino.
Porque no había escrito este texto. Porque ya estaba adentrándome en tus sueños cuando se me ocurrió escribirlo. Porque de no haber pisado ese bolígrafo del suelo junto a mi cama, no habría sabido que ahí había un bolígrafo. Porque al saberlo, encendí la luz y pensé que "si no hay una libreta en la mesa, no lo escribo". Porque todo esto estaba ahí por algo. El crujido del bolígrafo al pisarlo...y la libreta solitaria entre montones de ropa.
Porque no es azar. Porque es el destino. Nuestro destino.
Ansiedad
Soñado por M a las 10:36 0 comentarios4.02.2011
La misma ansiedad que tiempo atrás me condenó a malvivir vuelve amplificada por mil. Una ansiedad que antiguamente era abstracta, ahora se personifica ante mí. Y esta vez no diré que no estoy triste, porque sí, lo estoy. Perderlo todo... nunca lo tuve, pero lo sentí nuestro. Nuestra historia, con principio, pero sin final.. Una historia que nunca tuvo principio, y por lo tanto, tampoco tendrá final.. Pero yo sentí ese principio. Un principio que me atrapó desde el segundo uno, hasta esta misma mañana. Como ningún otro principio me atrapó.
Desde hace días tenía la sensación de que iba a pasar algo pronto, algo malo. Y aunque no ha pasado nada (fuera de lo habitual), yo siento como si ese "algo malo" hubiese sucedido. La puerta se cierra ante mí, y no puedo hacer nada para abrirla. Bombardearé, apredearé y golpearé con mis propias manos esa puerta, hasta que consiga abrirla. Estaría dispuesto a morir por ella.
Desde hace días tenía la sensación de que iba a pasar algo pronto, algo malo. Y aunque no ha pasado nada (fuera de lo habitual), yo siento como si ese "algo malo" hubiese sucedido. La puerta se cierra ante mí, y no puedo hacer nada para abrirla. Bombardearé, apredearé y golpearé con mis propias manos esa puerta, hasta que consiga abrirla. Estaría dispuesto a morir por ella.
Night
Soñado por M a las 22:21 0 comentarios3.27.2011
Escribo esto cansado. Muerto de sueño, esperandote.. pero lo escribo. Necesito escribir algo hoy, y ¿qué mejor que algo así?
Ha sido una noche muy larga, pero que se ha pasado corta. Una noche llena de momentos, gracias.. y peleas. Una noche interesante. Unos se pelearon, otros se conocieron, algunos desfasaron, y otros, como yo, vivimos la noche de otra manera distinta a todas aquellas personas. Porque para nosotros no era una fiesta, era un encuentro.
Tú permanecías allí. De pie. Frágil como un cristal precioso a punto de estallar en mil pedazos; y fuerte y duro como el mejor de los diamantes. Cada mirada tuya, desboca a los miles de caballos de la inspiración que se encuentran en mi interior... y cada palabra tuya provoca parálisis.
Y luego, más tarde, cuando todo acabó, escuchar de nuevo tu voz... cansada.. no creo que sea capaz de olvidar esa sensación de nuevo.
Y no sé por qué, pero nunca soy capaz de acabar uno de tus textos, como este. Simplemente necesitaba escribir algunas cosas... y habría escrito tanto que habría sido capaz de desgastar cada una de las letras de este negro teclado, pero no puedo. Algo me priva de escribir lo que quiero. Hmm..
Ha sido una noche muy larga, pero que se ha pasado corta. Una noche llena de momentos, gracias.. y peleas. Una noche interesante. Unos se pelearon, otros se conocieron, algunos desfasaron, y otros, como yo, vivimos la noche de otra manera distinta a todas aquellas personas. Porque para nosotros no era una fiesta, era un encuentro.
Tú permanecías allí. De pie. Frágil como un cristal precioso a punto de estallar en mil pedazos; y fuerte y duro como el mejor de los diamantes. Cada mirada tuya, desboca a los miles de caballos de la inspiración que se encuentran en mi interior... y cada palabra tuya provoca parálisis.
Y luego, más tarde, cuando todo acabó, escuchar de nuevo tu voz... cansada.. no creo que sea capaz de olvidar esa sensación de nuevo.
Y no sé por qué, pero nunca soy capaz de acabar uno de tus textos, como este. Simplemente necesitaba escribir algunas cosas... y habría escrito tanto que habría sido capaz de desgastar cada una de las letras de este negro teclado, pero no puedo. Algo me priva de escribir lo que quiero. Hmm..
"City of Dreams"
Soñado por M a las 2:46 0 comentarios3.20.2011
Camina deprisa, casi corriendo. El cielo se encuentra cubierto de unas negras nubes que, días antes en los telediarios, anunciaron que vendrían cargadas de litros y litros de agua. Camina deprisa, porque sabe que si no llegará tarde a la cita. Había quedado con ella por última vez, antes de que tuviera que marcharse para siempre de la ciudad. Él ya le había pedido la mano días atrás, en su último encuentro.. y ella le había rechazasdo, pero quería verla una última vez, llevarse otra buena imagen de ella. El cielo está oscuro...
Habían quedado en el viejo puente construido con grandes piedras oscuras. La humedad del lugar hacía que aquellas piedras aparecieran resbaladizas en más de una ocasión. No era el sitio más idoneo para su último encuentro, pero debía ser ahí. Es tarde, no hay nadie por la calle y eso le permite escuchar sus pasos y sus propios pensamientos con total claridad sin esperar interrupciones. A veces podía volverse esto un incordio, pues su cabeza no callaba y comenzaba a volverle loco. Camina deprisa...
A ciencuenta metros del lugar del encuentro, ya puede verla. Luce el mismo vestido de la última vez. Y no lleva equipaje consigo. "Curioso" - piensa. "Su tren sale en unos minutos". Se acerca aún más rápido a ella, ansía poder abrazarla una vez más, decirle todo lo que lamenta que hayan estado más distanciados esos días por sus sentimientos... lamenta muchas cosas. Y por fin llega a su encuentro.
- Hola - tartamudea él. Nunca le había pasado eso antes. Tartamudeó al saludar... y hasta tuvo que apartar la mirada de sus ojos.
- Pensé que no vendrías - responde ella.
- ¿Qué te hace pensar eso?
- Bueno... después de lo la última vez...Pensaba que no querrías volver a verme.
- Descuida, necesitaba verte una vez más para disculparme por todo.
- ¡No debes hacerlo!
De pronto, comienzan a caer unas gotas sobre la cara de él. Sabe que está comenzando a llover, y sabe que lo hará con más intensidad. Le queda poco tiempo, pero aún puede estar con ella.
- ¿Recuerdas lo que pasará después, verdad? - pregunta ella.
- Sí, la lluvia es perfecta.
- ¿¡Por qué lo dices!?
- Porque así mis lágrimas se camuflarán con las gotas de lluvia.
La lluvia comenzó a apretar, y la chica contempló el cielo. Su rostro, sus manos y brazos comenzaron a mojarse. Ella sabía lo que le sucedería, pero aún así había acudido al encuentro con él. Sus manos empezaron a deshacerse poco a poco a medida que la lluvia la iba empapando. Poco a poco fueron disolviendose sus dedos y comenzaron a formar parte de los charcos que se formaban en el suelo. Sus manos desaparecieron. Ella estaba asustada, pero él estaba a su lado, y eso la tranquilizaba... aunque no del todo. Entonces ella le miró una vez más, y con sus tullidos brazos se acercó a él y le abrazó. Tenía más miedo que nunca. Él, respondió de la misma manera, y entonces también comenzó a deshacerse. Él comenzó a llorar, pero sus lágrimas eran apenas visibles. Su pelo comenzó a deshacerse al igual que las manos de la chica. Y entonces también su cara empezó a pasar por el mismo proceso.
Lo que comenzó chispeando, era ya tormenta. Llovía con una fuerza descontrolada. Los dioses estaban haciendo de aquella escena un verdadero tormento para los dos. La tormenta rugía en los cielos. Ellos continuaban deshaciendose poco a poco con las gotas de lluvia.
Allí seguían ellos, en aquel viejo puente de la ciudad de sus sueños. La ciudad solitaria. Donde pudieron realizar todos sus sueños. Donde ambos serían inmortales, salvo que tocasen las gotas de lluvia. Algo tan simple como unas gotas de lluvia serían capaces de destruir a esos dos seres tan perfectos. Vencedores del tiempo vulnerables a unas simples gotas. Ambos habían vivido suficientes momentos juntos, y sabían que debían acabar así. Y allí seguían ellos, hasta que acabaron consumiendose en aquel profundo charco. "Por fin juntos" - pensaba él en los instantes finales. "Por fin juntos, en nuestra ciudad de los sueños...".
Habían quedado en el viejo puente construido con grandes piedras oscuras. La humedad del lugar hacía que aquellas piedras aparecieran resbaladizas en más de una ocasión. No era el sitio más idoneo para su último encuentro, pero debía ser ahí. Es tarde, no hay nadie por la calle y eso le permite escuchar sus pasos y sus propios pensamientos con total claridad sin esperar interrupciones. A veces podía volverse esto un incordio, pues su cabeza no callaba y comenzaba a volverle loco. Camina deprisa...
A ciencuenta metros del lugar del encuentro, ya puede verla. Luce el mismo vestido de la última vez. Y no lleva equipaje consigo. "Curioso" - piensa. "Su tren sale en unos minutos". Se acerca aún más rápido a ella, ansía poder abrazarla una vez más, decirle todo lo que lamenta que hayan estado más distanciados esos días por sus sentimientos... lamenta muchas cosas. Y por fin llega a su encuentro.
- Hola - tartamudea él. Nunca le había pasado eso antes. Tartamudeó al saludar... y hasta tuvo que apartar la mirada de sus ojos.
- Pensé que no vendrías - responde ella.
- ¿Qué te hace pensar eso?
- Bueno... después de lo la última vez...Pensaba que no querrías volver a verme.
- Descuida, necesitaba verte una vez más para disculparme por todo.
- ¡No debes hacerlo!
De pronto, comienzan a caer unas gotas sobre la cara de él. Sabe que está comenzando a llover, y sabe que lo hará con más intensidad. Le queda poco tiempo, pero aún puede estar con ella.
- Mira, siento que todo haya sido así, podía haberlo cambiado... haber intentado arreglarlo y podría haber estado contigo más tiempo...noté que había entre nosotros una conexión especial. Algo que nos hacía únicos del resto de seres. Algo que complementaría nuestras almas para siempre, formando de ambas una sola. Una indestructible. La perfección.
Entonces ella se percata de que comienza a llover...
- ¡Oh no! ¡Ya está empezando! - exclama.
- Tranquila, estoy aquí...- ¿Recuerdas lo que pasará después, verdad? - pregunta ella.
- Sí, la lluvia es perfecta.
- ¿¡Por qué lo dices!?
- Porque así mis lágrimas se camuflarán con las gotas de lluvia.
La lluvia comenzó a apretar, y la chica contempló el cielo. Su rostro, sus manos y brazos comenzaron a mojarse. Ella sabía lo que le sucedería, pero aún así había acudido al encuentro con él. Sus manos empezaron a deshacerse poco a poco a medida que la lluvia la iba empapando. Poco a poco fueron disolviendose sus dedos y comenzaron a formar parte de los charcos que se formaban en el suelo. Sus manos desaparecieron. Ella estaba asustada, pero él estaba a su lado, y eso la tranquilizaba... aunque no del todo. Entonces ella le miró una vez más, y con sus tullidos brazos se acercó a él y le abrazó. Tenía más miedo que nunca. Él, respondió de la misma manera, y entonces también comenzó a deshacerse. Él comenzó a llorar, pero sus lágrimas eran apenas visibles. Su pelo comenzó a deshacerse al igual que las manos de la chica. Y entonces también su cara empezó a pasar por el mismo proceso.
Lo que comenzó chispeando, era ya tormenta. Llovía con una fuerza descontrolada. Los dioses estaban haciendo de aquella escena un verdadero tormento para los dos. La tormenta rugía en los cielos. Ellos continuaban deshaciendose poco a poco con las gotas de lluvia.
Allí seguían ellos, en aquel viejo puente de la ciudad de sus sueños. La ciudad solitaria. Donde pudieron realizar todos sus sueños. Donde ambos serían inmortales, salvo que tocasen las gotas de lluvia. Algo tan simple como unas gotas de lluvia serían capaces de destruir a esos dos seres tan perfectos. Vencedores del tiempo vulnerables a unas simples gotas. Ambos habían vivido suficientes momentos juntos, y sabían que debían acabar así. Y allí seguían ellos, hasta que acabaron consumiendose en aquel profundo charco. "Por fin juntos" - pensaba él en los instantes finales. "Por fin juntos, en nuestra ciudad de los sueños...".
Long.
Soñado por M a las 1:55 0 comentarios3.13.2011
Y continúa sentado en el suelo de aquella habitación. Se encuentra solo, y en silencio. Permanece inmóvil, observando detenidamente una puerta que se presenta ante él. Intercambian miradas pero no sucede nada. Nunca sucede nada. Él esta sentado con las piernas cruzadas, y sus brazos se apoyan en sus rodillas. Sus manos se entrelazan a la altura de la boca y un poco más arriba se sitúan sus inmóviles y secos ojos. Lleva años sentado frente a esa puerta.
Tras él, se encuentra otra puerta. Posee las mismas características que la puerta frente a él, pero no tras ella no se encuentra lo mismo que en la primera. Tras ella se encuentra un pasado, ¿bueno o malo? No, malo o neutro. Él sabe que tras la puerta situada tras él, se encuentra el pasado, y, probablemente piensa, que en la que se sitúa frente a él, está el futuro. Un futuro aún desconocido para él, pero que probablemente no sea mejor que un pasado ya vivido.
Sigue pensando, meditando... No tiene certeza de que en algún momento se abra esa puerta por arte de magia, no. Probablemente tenga que levantarse, caminar hacia ella y tranquilamente hacer girar el pomo con su mano derecha hasta escuchar el cerrojo ceder. Entonces sabría que ya puede entrar. Empujaría con una fuerza no muy elevada hacia su interior y quedaría cegado por la luz emanante del interior. Podría hacer eso... podría.
Pero, por su solitaria mente, entre todos los pensamientos que la componen, vaga el rumor de que esa puerta puede abrirse sola. Si se diera el caso de que la puerta se abriera sola, contendría un futuro prometedor, superando las expectativas del neutro. Si él, en un acto de rebeldía e impaciencia, decidiese levantarse bruscamente, y echar la puerta abajo, ese futuro tan “prometedor” se vendría abajo, volviendo a monotonía y carencia de alicientes de siempre. Pero... también tenía la opción de esperar.
Claro, esto era solo un rumor, escuchado por él o quizás imaginado por él. Imaginado porque espera que haya algo mejor de lo que ya tiene, aunque jamás lo haya vivido. Imaginado porque.. sí, quizás tiene un poco de esperanza en que los milagros puedan llegar a convertirse en.. realidad. Sí, quizás fuese todo eso imaginado... o quizás no. La duda que se plantea es la siguiente: de ser cierto que la puerta pudiera abrirse sin actuar él... ¿cómo lo haría? ¿Por qué debería abrirse? ¿Por qué, de poder abrirse sola, no lo ha hecho ya; y así está esperando e intentando destruir toda esperanza de nuestro personaje?
De nuevo transitan por su mente otros pensamientos. Ya, sabe (o duda) que la puerta puede abrirse sin su ayuda. Quizás alguien pueda abrirla desde el otro lado. Quizás el futuro personificado se tome la molestia de abrirle la puerta, y dejarle pasar a su nueva etapa prometedora. Quizás sea el futuro personificado en un alma. Abstracta. Un alma con una personalidad capaz de atravesar paredes, sobrevolar cielos, nadar por océanos y destruir planetas. Una personalidad que... le complementa. Hasta entonces siempre se había sentido solo, pues desconocía de la existencia de ese alma. Pero ahora que sabe que existe, ocupa un lugar en el mundo (... y en su corazón), sabe que debe conseguirla. Luchar por su otra mitad. Luchar por su futuro, por las cosas que se encuentran y encontrarán en él, y que compartirá con su llave.
Quizás algún día, esa puerta se abra sola. O quizás él, se harte de esperar el milagro y decida arruinarse a sí mismo. Tan solo el tiempo se lo dirá... Pero ni tú, ni yo, sabemos el final de esta historia.
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